Por Freddy - Era muy pendejo y empezaba la curiosidad sexual al aparecer mis primeras fantasías. Sentir erecciones que luego llevaban a la...
Por Freddy - Era muy pendejo y empezaba la curiosidad sexual al aparecer mis primeras fantasías. Sentir erecciones que luego llevaban a la paja eterna, parecía cosa de todos los días.
Yo visitaba, prácticamente vivía en la casa de mi amigo Marcelo, que parecía "delicado", nunca jugaba fútbol o deportes fuertes.
Todo hacía presagiar que el era un buen partido, pero él estaba más preocupado por las mujeres que por un compañero que le admiraba.
Entraba a su casa y me paseaba por ella como si fuera la mía. Sus padres no estaban -nunca ya que trabajaban- muchas horas. Y no tenía temor en recorrer sus escaleras o cuartos para jugar o buscar algo.
Parecía que mi vida sería siempre igual en las tediosas tardes de verano, pero Eduardo , el hermano de mi amigo, la haría cambiar. El era un hombre apuesto, bien formado y de unos 20 hermosos años. Le gustaba hacer ejercicio en su habitación, hasta sudar copiosamente. Siempre me miraba riéndose como si fuéramos cómplices de algo. No entendía.
De pronto, un día que me paseaba por su casa, causó mi primera imagen gay.
Todo desnudo se paseó ante mi mostrándome su pija al palo como un hierro al rojo vivo, invitándome a probar sus delicias íntimas, me había clavado la vista con una mirada que no le conocía.
Yo asustado, corrí a casa, la primera vez, y soñé toda esa noche con él.
Me dije, al día siguiente, esto no puede ser, no puedo dejar pasar otra oportunidad, y volví, esa misma noche, a la hora que acostumbraba hacer sus ejercicios.
Lo esperé y miré desde la puerta, atisbando su sexualidad. Me mostró otra vez, su gran chota colorada.
Era mi oportunidad y mi sueño. No lo iba a dejar pasar y el lo sabía... YO lo busqué y le di el pie para lo que siguió.
Me acerqué y agarré sus huevos, maliciosamente entre mis manos; sentí su erecta piel, toda tersa y húmeda. Entre mis manos tenía ahora el fruto del deseo. Su olor a bolas y a pija se habían convertido en una fragancia exquisita que solo yo conocía. Ahora estaba seguro de lo que quería, y quise comerlo.
Todo dentro de mi boca, lo movió frenéticamente. Con mi lengua le acaricie delicadamente su pija y la bese cuidadosamente. Luego de un rato, nos besamos y tocamos con pasión. Era muy apuesto y esa fue la culminación de mi primera impresión.
Ahora sabía que era gay, -tenía la certeza- que era lo que quería y todos los días lo satisfacía como quería, me penetro mil veces y fui su puta para todo. Le di de comer y le agrade, con una sensualidad rara, para un chico tan menor como yo, pero atisbaba en mi, el despertar de un apetito devorador.
Pasaron los años y se casó, pero cada vez que puede me busca porque sabe que tengo una boca golosa, capaz de meterme cualquier chota y hacerla erupcionar de tanto vicio que llevo encima. Ya pasaron 15 años hasta el día de hoy; siempre cuando acaba me dice: "Ahi va... Es tú leche... Toda, toda para vos".