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Diego: Persiguiendo a un daddy pijón.

  Por Mario Madrigal | Ayer me levanté de la siesta un poco más tarde de lo habitual, así que decidí aprovechar el día para llevar a lavar e...

 Por Mario Madrigal | Ayer me levanté de la siesta un poco más tarde de lo habitual, así que decidí aprovechar el día para llevar a lavar el coche y después ver si laburaba a la noche o me quedaba en casa.


Me estaba preparando el mate para la espera en el lavadero cuando llega mi hijo y me pide que lo lleve  hasta el shopping a encontrarse con unos compañeros del colegio para ver una película.

Por supuesto que cuando el pibe pide algo no puedo decirle que no, y aparte el lavadero queda casi enfrente del shopping, así que le dije que si y que si quería lo esperaba para llevarlo de vuelta a casa.

“Lo vemos”, me dijo, “porque estoy con Diego y por ahí nos vamos para su casa”

Yo tenía un día tranquilo hasta ese momento, pero la sola mención de ese nombre me complicó el panorama.

Diego es el mejor amigo de mi hijo y desde los 14 años que está obstinado en que me lo coja, a lo que yo me vengo negando rotundamente. Yo se muy bien lo que es para un adolescente tener sexo con un adulto, por más que sea consentido y hasta haya sido buscado por el chico; es una experiencia de la que no se vuelve y que crea más confusiones que el placer del momento.

Por eso es que hace casi cuatro años que vengo esquivándolo. Pero en un par de meses cumple los 18 cada vez que lo veo se encarga de recordármelo.

No voy a negar que tuve que poner a prueba toda mi fuerza de voluntad para no ensartarlo en mil oportunidades en que se me entregó, pero si bien no creo demasiado en eso de los códigos, hay algunos principios a los que no renuncio: No tomo mate dulce y no tengo sexo con menores.

La cosa es que salgo y el pibe va a su pieza a buscar algo; eso me daba algunos minutos para sacar cosas del baúl porque quería hacerle un lavado a fondo, y me encuentro a Diego apoyado al lado del auto mirándome con su mejor sonrisa pervertida.

Pasé a su lado casi sin mirarlo pero se acercó y me dijo: “Acordate que el 15 de marzo a las 12 de la noche ya tenés un viaje programado”

Demás está decir que el 15 de marzo cumple los 18 años.


No dije nada y me fui para la parte de atrás del auto y él me siguió.

Desde ahí y con el baúl levantado nadie nos podía ver, así que aprovecho que yo estaba con un pantaloncito de futbol para meterme la mano y manotearme la pija. Admito que se lo permití bastante más que lo que debería, pero finalmente lo obligué a soltarme la chota que ya estaba bastante gomosa.

“Después del cine me lo llevo a Javier a casa y se la voy a mamar pensando en vos”

Yo se que hace ya mucho tiempo que le chupa la pija a mi pibe; incluso me lo anticipó. Cuando tenía unos 15 o 16 años me dijo “Ya que vos no querés me voy a tener que transar a Javi asi me tomo la mema con el mismo ADN”. Y lo hizo.

No se si me agarró por sorpresa o si la agarrada de pija me puso demasiado caliente pero le metí la mano en el culo, lo traje hacia mi, y bien bajito al oído le dije: “chupate todas las pijas que quieras, pero el orto te lo voy a estrenar yo. Y no te lo vas a olvidar más”


Por toda respuesta me metió la lengua en la oreja.

Por suerte llegó mi hijo y nos fuimos para el shopping. Pero yo estaba demasiado caliente, así que los dejé en la entrada y en lugar de irme al lavadero me metí en el estacionamiento del supermercado para ir al baño y ver si había alguien para descargar o al menos hacerme una paja antes de que me reventaran los testiculos.

Pero cuando llegué al baño lo estaban limpiando. Igual me asomé para ver si podía entrar.

Adentro estaba el pibe de limpieza que me dijo que ya estaba terminando y de solo escucharlo me di cuenta que era del gremio, así que le dije. “Puedo pasar? Realmente estoy muy necesitado” y cuando se volvió a mirarme me amasé la chota que estaba medio parada y con los pantaloncitos de fútbol se marcaba escandalosamente.

El pibe miró, sonrió y me dijo “Pase al de discapacitados, va a estar más cómodo”

NI bien entré puso el cono en la puerta, cerró con traba y ahí nomás se prendió como un ternerito hasta que le llené la boca, la cara, el pelo y el piso de leche.

En agradecimiento le bajé los pantalones y le hice una paja mientras le pasaba la pija por toda la raya del culo.

Cuando me estaba yendo desde adentro del cubículo escucho que me dice “Para la próxima; no me llamo Diego, me llamo Adrián”