Ivan Mon | Casado | Historias de hotel | Hace algunos años tuve un par de encuentros con un tipo muy peculiar, era lindo, me llevaba 12 a...
Ivan Mon | Casado | Historias de hotel | Hace algunos años tuve un par de encuentros con un tipo muy peculiar, era lindo, me llevaba 12 años y estaba divorciado. Fue honesto desde el principio, solo buscaba sexo y si había onda alguien con quien conversar, el sexo fue respetable se podría decir, las conversaciones fueron interesantes pero existió una que me dejo atónito.
Recostados en la cama de un hotel, desnudos y agitados post coito, las sabanas se escurrían entren nuestras extremidades, aun entre despiertos y dormidos un ruido en la puerta nos despertó, como alguien intentando entrar (pero que enseguida desistió) el más asustado fue él, que pegó un salto de la cama y trato de esconderse casi como en un acto reflejo.
-Tranquilo Juan, no pasa nada, alguien se debe haber confundido, pero ya se fue- le dije.
Juan terminó de despertar y salir del sobresalto, ahí se dio cuenta que fue casi un acto reflejo, me pidió disculpas y se recostó nuevamente en la cama para explicarme porque había reaccionado así:
Hace algunos años, cuando aún estaba casado, conocí a alguien, a pesar de ser feliz con mi mujer y mis dos hijos chicos, este muchacho despertó en mi ese deseo que había reprimido por tantos años. La primera vez nos vimos en un hotel como este, nos destrozamos cogiendo, fue tan salvaje que cruzamos el límite de una simple satisfacción mecánica e inmediata, a conectarnos de una manera única.
El sexo era el mejor de mi vida con ese muchacho, recuerdo sus caderas afiladas y su abdomen duro, esas nalgas carnosas y a la vez firmes, nalgas que yo dividía con mi pija cada vez que lo penetraba, de pie contra la pared o de cuatro en el piso. Todavía recuerdo su pija, no tan larga pero gruesa y sin circuncidar, como se ponía tiesa y rebotaba contra mi abdomen cuando él se sentaba encima de mí, cabalgando para darnos placer.
Los encuentros se fueron repitiendo y empecé a inventar escusas en casa, reuniones de trabajo extensas, reuniones con amigos (que hace años no veía), hasta me inscribí en un curso al cual fui 30 minutos de la primer clase y nunca más volví, todo con tal de verlo, de amarlo, de cogerlo. Él también se enamoró, o por lo menos yo me sentía correspondido, y empecé a plantearme la posibilidad del divorcio, pero era algo que me angustiaba demasiado.
-Lo siento, debe haber sido complicado- fue lo único que atine a decir, Juan estaba haciendo su catarsis y yo no era quien para frenarlo.
Si, la verdad fue muy duro, sobre todo porque pasaba muy rápido, según yo mi mujer no sospechaba nada, más allá de que nuestro matrimonio no era el mejor y veníamos un poco distanciados, ya habíamos tenido épocas así, pero esta vez yo me estaba acostando con otro hombre y sentía algo por él. Necesitaba un poco más de tiempo para resolver todo, pero eso no me impidió seguir viéndome con él, es más habíamos planeado una noche juntos para celebrar los 4 meses de habernos conocido, para eso inventé un congreso en una ciudad cercana donde estaría dos días, si bien fui a esa ciudad, me encontré con él allá. Mi mujer sabia la empresa con la que viajaba y hasta hotel que había reservado, pues me había ayudado a reservarlos, (recién ahora puedo ver que ella ya sospechaba algo).
Nos encontramos en el lobby del hotel a las 19:00 y a las 20:00 estábamos en mi habitación comiéndonos la boca, lo desvestí con cuidado mientras yo me iba quitando todo, su cuerpo era cálido y ese slip negro se estiraba cada vez más por la fiera que quería ser liberada, yo con mis 40 años encima estaba excitado como la primera vez, lo tire en la cama y comencé a besarlo desde los pies y subí por sus piernas, (que olores divinos) pase mi lengua por encima del slip y llegue a chupetearle los pezones, él solo gemía de placer, como un vampiro me abalance a su cuello y manoseé todos sus rincones hasta despojarlo de toda prenda. Luego él se abalanzó sobre mi pija y comenzó a tragársela entera, hasta provocarse arcadas, recuerdo esa placer único de sentir mi miembro oprimido por su garganta que lo estrangulaba ante la necesidad de aire, finalmente vi cómo se ensalivaba la cola y se ponía de cuclillas encima de mí, para bajar lentamente y sentarse en mi pija erecta y palpitante, no hubo preservativo ni necesidad de lubricante, solo nuestro sudor y nuestras pieles, así entré en él y él me hizo parte de si, luego la luz se introdujo agresivamente.
Alguien abrió la puerta, encendió la luz, era mi mujer, en el marco de la puerta, de frente a nosotros, totalmente desnudos y encajados uno en el otro. Mi mundo se detuvo, mi corazón reventó, sentía un temblor interno, un terremoto que desmoronaba toda mi vida, fueron segundos, pero parecían horas, aún recuerdo sus pupilas escaneando la escena, recorriendo con una mirada de odio, asco y tristeza nuestra desnudes, sin entender como yo podía estar con otro hombre.
"El terror más grande de todo puto casado se me hizo realidad esa noche."
Nos divorciamos obviamente, me quitó todo, y casi hasta la custodia de mis hijos por mi “perversión”, a él nunca más lo volví a ver, tampoco me buscó, pero aún hay momentos en los que me despierto sobresaltado cuando estoy en la cama y siento el ruido de la puerta
El silencio era lo único que podía ofrecerle a Juan luego de semejante relato, cuando noté que se tranquilizó, le pregunte algo.- Escuche muy atento tu historia, pero nunca dijiste como se llamaba él, ¿tiene nombre?-
-Si claro- me dijo- tiene muchos nombres, depende de quién sea la historia, pero siempre es aquel que con su llegada cambia nuestra vida y partir de ese momento nunca más será igual, se llamaba Carlos.
¿COMO SE LLAMA EL TUYO?