FALSE

Page Nav

HIDE

HIDE

HIDE

Grid

GRID_STYLE
TRUE

Top Ad

//

Últimas novedades

latest

El calor de lo clandestino, manoseos en el subte.

  Por Pitoconpatas |  Siempre me ha gustado mucho experimentar cosas excitantes, y una de las que más me ha fascinado es lo clandestino, el ...

 Por Pitoconpatas |  Siempre me ha gustado mucho experimentar cosas excitantes, y una de las que más me ha fascinado es lo clandestino, el estar excitado en un lugar público y con la exaltación de ser descubiertos, o en su caso de que haya quien quiera participar. Esto me sucede muy a menudo en mis viajes en el metro de la ciudad de México, que siempre me hacen el viaje ameno y divertido.



En alguna ocasión, cerca del metro Cd. Azteca, ligue con un chavo muy guapo y sobre todo muy sexy. Llevábamos varias estaciones tocándonos y estabamos muy calientes. Al llegar al final del recorrido, me invitó a un lugar cercano y callejero: un puente peatonal. La verdad es que no es el mejor lugar para hacer cosas, ya que es un paso muy sucio, pero a la vez es un sitio muy obscuro y con difícil vista (claro que de noche) a quien pasara por la banqueta o en sus carros.



Me empezó a tocar como un loco, los dos estabamos muy excitados, yo podía sentir su verga dura por encima de su pantalón, y el a su vez trataba como desesperado de bajarme el cierre del pantalón. cuando lo hizo, busco en mi ropa interior la manera de liberar mi verga dura por la calentura. Cuando lo hizo, se quedo viendo un instante mi verga erecta y lubricada, para después meterla en su boca y succionar como desesperado, para sacarle todo el néctar de hombre que yo tenía. 




Su mamada me provocaba espasmos y gemidos que al estar en plena calle, no tenia ningún temor en ocultar. De pronto subió una persona al puente y quise alejar a mi mamador, por el temor de que nos viera, sin embargo no me soltó, y me dijo “Espera, que de seguro también quiere algo”. Al parecer lo sabia, ya que el chavo que subió, se nos quedo viendo, y al pasar por el lugar donde estabamos, no hizo más que agarrarse la verga y quedarse a escasos dos metros de donde estabamos para empezar a masturbarse.



La escena era loca, yo con mis pantalones hasta abajo en la calle, con una boca experta mamando en mi entrepierna y un espectador morboso viendo lo que hacíamos. Este delirio sexual me hizo venirme como loco y que mi mamador se tomara toda la leche de hombre que me extrajo de la verga. Fue una experiencia loca y única, que de momento no he podido experimentar de nuevo.