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Nosotros Prostitutos

Por Clark | Cuando voy por las noches al gimnasio, a la hora que van los fierreros, lo veo a él levantando toneladas: Petiso como yo, homb...

Por Clark | Cuando voy por las noches al gimnasio, a la hora que van los fierreros, lo veo a él levantando toneladas: Petiso como yo, hombros y pectorales de gorila, culo musculoso, brazos poderosos y piernas portentosas. 
Tiene una cintura envidiable por estrecha, está rapado, y su jeta de mestizo sin llegar a ser mulato, a mí me puede.
Ni en el salón de musculación, ni en el vestuario que a esa hora mezcla más que nunca olores a huevos, testosterona sintética y desodorante barato, jamás me miró.


Pero yo no puedo sacarle los ojos de encima.


Necesito coger varias veces al día.

Entonces me guardo mi necesario último polvo para quien venga al final y se lo lleve puesto.

Pero a veces ese último cliente no llega o no me gusta lo suficiente aun cuando mi pija siga dura.

No fuerzo la maquinaria entonces y no elijo pajearme habiendo tanta carne dispuesta.

Necesito coger, no pajearme. Ya lo he dicho.

Satisfago al cliente que se lo merece porque paga, y recurro a las redes por algo que me guste más.

Pero a veces, cuando no he podido ir por la mañana, voy a entrenar a última hora mientras busco garche por celular y está él levantando peso.

Después de la rutina, en el vestuario me pongo en pija, como en todos lados, y los ojos de algunos pendejos se me van al ganso. 

Yo no teteo. Tengo un lugar confortable para el sexo, no me gusta lo "rapidito"; me publicito en varios sitios, y que miren no significa que después pase algo.

Pero él no solo no se pone en pelotas delante de todos. Se va a la última ducha aún vestido, cierra la cortina, y sale ya seco y con los calzones puestos.

Entonces ese bulto, ese pecho alto y peludísimo, ese lomo y ese orto me ponen la pija y el ojete en llamas.

Dije que cuando no quedo satisfecho recurro a las redes.

El armar en cada una de esas ocasiones un nuevo perfil de Grindr con foto actualizada, hace que la casilla se me llene de mensajes y pueda elegir como le pasa a todo nuevo.

Pero anteayer vi su foto y dejé pagando a todo el mundo. 

Yo pensaba que no le gustaban los hombres, que nunca lo vería en esa App, y que toda su indiferencia y su no mostrarse en pelotas era porque rechazaba la mirada de los putos. 

Su perfil decía solo su nombre (Elvio) y una descripción que solo rezaba:“Mucho que decir…”

No lo dudé:

-¿Vas al M.T.Gym verdad?- le escribí

-Si- contestó

-Me gustas mucho man, pero creo que no hay onda. Solo quería decirte que sos el macho más espléndido que vi en los últimos tiempos-

-Tengo onda con el que puede pagar- respondió seco

-Entonces tenemos bastante en común- retruqué 
-A mi me pagan también¿Cuanto lo tuyo?-arriesgué-

La cifra que me pasó es la mitad de lo que cobro yo.

Soy el doble de viejo y todo se me cae comparado con él que es mil veces mas bello.

Acepté de inmediato y me envió como diez fotos en pelotas que me dieron vuelta el corazón.

Quedamos para la noche siguiente. 

Laburé ese día como nunca, y entusiasmado por su llegada a las 22,30, quise terminar temprano.

Hice limpiar el departamento. Compré flores frescas. Encargué Sushi y traje champagne.

Venezolano y con una sonrisa que nunca le había visto, en el ascensor me comió la boca fogoso y dulce con esos labios carnosos y calientes que tanto había deseado.

En mi lugar nos desnudamos rápido y para mi sorpresa se arrodilló él y se tragó mi pija, y cuando me puse su tronco negro en la boca sentí que hacía tiempo que no saboreaba una verga tan rica.

Soy de dirigir la cosa, pero me llevó a la cama y lo dejé, me puso en cuatro y se me prendió a la flor del orto como una sanguijuela.

Me acostó y me cogió, me dio vuelta y me cogió.

Me puso de costado y me dio para que tenga mientras me besaba.

Me ubicó al borde de la cama y como si estuviera haciendo lagartija me hizo el culo como solo puede hacer un orto un atleta: sin apoyarse en mi cuerpo, solo entrando y saliendo lento su poronga hasta la puerta y volviéndola a entrar, con las puntas de los pies en el piso y las manos apoyadas a mis costados sobre mi cama.

Sin un gramo de grasa, con una tabla de lavar como vientre debajo de un tapizado de nutria le chupé las tetas, el ombligo, y volví a su chota, a sus huevos grandes como los míos. Le chupé hasta las patas.

Debo decir que coordinábamos exacto para gozar el uno del otro, acaso por ser colegas.

No hubo necesidad de decirle que se diera vuelta.

Me ofreció ese orto de bronce macizo, y tuve que mojarle demasiado con la lengua la peluca que tiene en la raja y separar esa pelambre con mis dedos para poder encontrarle el suave y cerrado agujero.

Le entró justa mi verga (no tan importante como la de él) y me la apretó tanto con sus glúteos fornidos gozándola, que me la hizo doler.

Después de un par de horas de darnos y darnos nos detuvimos a cenar y para mi sorpresa llamó de madrugada un cliente merquero que tengo.

Consulté a mi partenaire arrendado y me dijo que no tenía problemas.

Le dije que no podía venderse por tan poco. Que a este cliente le ofrecería su servicio por el precio que me vendo yo, pero que en otras oportunidades él debía cobrar el doble de lo que estoy cobrando por estar tanto más bueno.

Me comió la boca como respuesta.

Mientras le hacíamos deglutir las dos vergas a mi cliente arrodillado frente a nosotros, el bombonazo me decía al oído entre chapes que él seria encantado mi discípulo.

El cliente colocado por la merca que se había metido inclinado en una mesa apuntándonos con el orto mientras lo culeábamos en forma alternada, ahora con nuestras dos chotas en su boca, nos daba lugar a besarnos en nuestra luna de miel prostituta.

Lo puse en cuatro al cliente para que se atragantara con la larga pija de mi discípulo partenaire sentado, que antes con toda su fuerza bruta desplegada le había reventado el culo en el piso y cabalgando ahora yo al cliente, estirándome para besar a mi macho del gimnasio en la boca, admirando su lomo, acariciando sus pectorales de acero peludo, me descargué en el orto del merquero como pocas veces antes, o como tal vez nunca.

El merquero quería más y me limité a ponerle un dildo en el orto para que siguiera chupando la verga de Elvio porque yo quería otra cosa. 

Me puse de pie y todavía enfundado con el forro lleno de leche y embarrado de mierda, le chupé el culo al macho mientras él le cogía la boca al puto.

Elvio se detenía para que mi lengua le entrara.

Me saqué el forro para que el cliente disfrutara del último moco emergente de mi pija que se ponía de nuevo dura, y me ubiqué para besarme con Elvio, que es lo  que yo más deseaba, mientras colábamos nuestros dedos ensalivados en nuestros ojetes para nuestra comunión espontánea.  

Elvio me agarró de los huevos retirándome del cliente que chupaba como un ternero y mientras yo jugaba con su próstata le taladró la garganta llenándosela de guasca.

El merquero duro, quedó tirado torcido en pelotas con el consolador enterrado en el culo, con hipo y eructando . 

Al cerrar la puerta del departamento para acompañar a Elvio miré al cliente para cerciorarme de que aun vivía, y lo vi esbozar con la boca torcida por la merca una mueca alucinada que se parecía a una sonrisa.

En el ascensor nos seguimos besando. 
No quiso aceptar la mitad de la guita que me dio mi generoso cliente cocainómano que para Elvio representaba tres veces su servicio y con la otra mitad yo cubría mis gastos incluyendo la atención que él me había brindado.
Pero insistí y sus palabras de despedida fueron:

-Eres el pana mas burda de lo chévere que conocí en Argentina, muñecote. Quiero que me enseñes todo de como manejas de bien este negocio.

Nada de esto es ficción. La realidad siempre la supera, y hay tantas realidades como personas y situaciones en este mundo.

Yo solo cuento lo que fue y como me sale contarlo. 

Si no hubiera hecho terapia con Ale K, hoy estaría buscando un vestido de novia para correr tras Elvio. O llorando la imposibilidad de tener ambas cosas (el novio y el vestido). 

(Un traje de novio, que por supuesto me haría el diseñador mas top de la argentina, que es uno de mis clientes preferidos. Pero esa es una historia que contaré en otro momento)

Sin embargo el encantador machote mientras subía esta nota al blog, me envió un audio para decirme textual:

-Oie mi Rey guapetón, venga que voy pa` tu apartamento a que me enseñes donde publicas y vendes mejor y de paso nos chupamos el huevo y el culo.

Y al otro día del encuentro el cliente merquero me confesó nostalgioso por whatsApp que si tuviera más dinero se quedaba a vivir con nosotros.

Esta vida guarra y ramera me está dando estas cosas y si alguno quiere estar conmigo y quiere un trío también, le presento a Elvio.