Por Bauti Blanc | En el secundario siempre habÃa un grupo de chicos que se metÃan conmigo y me insultaban porque era gay. Eran los que man...
Por Bauti Blanc | En el secundario siempre habÃa un grupo de chicos que se metÃan conmigo y me insultaban porque era gay. Eran los que mandaban en el colegio y nadie les podÃa plantar cara, asà que hacÃan lo que querÃan y se metÃan con todo el mundo. Ellos estaban en quinto año y siempre los preceptores cuando querÃamos hacer lÃo nos decÃan: esperen a llegar a quinto... Como que ahà te daban toda la libertad. Estos pibes se lo tomaron enserio, porque no perdonaban a nadie.
Por otro lado confieso que cuando lo veÃa en los recreos o en el patio, le miraba el bulto que tenia una lucha con el pantalón para quedar libre. Estaba temblando cuando el se bajó los pantalones, los calzoncillos y saco una chota gigantesca, era de las más grandes que habÃa visto en la vida real. Se le movÃa para todos lados y era una roca, me dijo que se la comiese. Yo estaba paralizado, y el me obligo a agacharme y me metió su enorme pija en la boca, el gusto salado, el olor del suavizante de la ropa, su desodorante, el olor a huevos, todo era una mezcla, un banquete que me iba a deleitar. En ese momento pensé que si ya no me habÃa pegado, mejor me dedicaba a petear. Relajé y se la comencé a mamar como sabÃa hacerlo, y a él parecÃa que le gustaba como lo hacÃa porque me agarraba de la cabeza y gemÃa. Me dijo que era la mejor mamada que le habÃan hecho en toda su vida. Empezó a dejar de lado su actitud de matón y me acariciaba la cabeza y me trababa la nuca para que no me sacara la verga de la boca.
Me miraba y se reÃa cómplice.
Después me bajo los pantalones y me puso en cuatro patas. ¿Te la bancás? preguntó. Me anunció que iba a doler pero que me iba a gustar y me la metió en mi orto, mi ano no tardo en dilatarse lo suficiente para que ese pedazo de herramienta entrase. Fue un polvo brutal, me hizo disfrutar como nunca, a estas alturas además me abrazaba y me acariciaba, mientras me la metÃa, haciéndome ver como era realmente el peor del colegio, un dulce. Me tocó un poco la pija y empecé a acabar, mis contracciones lo hicieron acabar toda su leche dentro de mi. Me temblaban las piernas y el me tenia abrazándome fuerte por la cintura. Se reÃa. Nunca mientras el estuvo en el colegio nadie se metió conmigo. Me "prestaba" para que dos chabones de quinto año amigos de él me garcharan, una sola vez estuvimos todos en una quinta, donde me dieron por todos lados. Y él también se los garchó a los otros. No me forzaron a nada. Desde aquel momento nació una amistad que duro más allá del colegio, hasta que yo me fui de Argentina por motivos de estudio. Pero siempre lo recuerdo... al palo.
En Primera persona
Un dÃa mientras estaba en el baño, entro uno de ellos, el "jefe" de la banda por asà decirlo, era el que más imponÃa y más miedo daba. Se llamaba Mario. De él se decÃan muchas cosas que nos aterraban, incluso que habÃa estado en un reformatorio. Yo no lo creÃa. Cuando entro en el baño y me vio, dijo: "Mira a quien tenemos por aquÃ, la marica chupapijas de segundo", yo me asusté muchÃsimo, no habÃa nadie más en el baño, asà que pensé que me pegarÃa o me meterÃa la cabeza en el inodoro. SabÃa que lo hacÃan. Pero no hizo nada de eso, se me acerco y me dijo al oÃdo, pasándome cada tanto la lengua por la oreja: "Me dijeron que te comiste a todo el colegio, pero a mi todavÃa no me la chupaste y creo que ya va siendo hora". Yo me quede callado, pensando que cuando me acomodara a chupársela me iba a empezar a pegar piñas, el tipo tenia una fama de macho malhumorado y yo tenia fama de puto, porque nunca me escondà de nadie, ni de mi flia.
Por otro lado confieso que cuando lo veÃa en los recreos o en el patio, le miraba el bulto que tenia una lucha con el pantalón para quedar libre. Estaba temblando cuando el se bajó los pantalones, los calzoncillos y saco una chota gigantesca, era de las más grandes que habÃa visto en la vida real. Se le movÃa para todos lados y era una roca, me dijo que se la comiese. Yo estaba paralizado, y el me obligo a agacharme y me metió su enorme pija en la boca, el gusto salado, el olor del suavizante de la ropa, su desodorante, el olor a huevos, todo era una mezcla, un banquete que me iba a deleitar. En ese momento pensé que si ya no me habÃa pegado, mejor me dedicaba a petear. Relajé y se la comencé a mamar como sabÃa hacerlo, y a él parecÃa que le gustaba como lo hacÃa porque me agarraba de la cabeza y gemÃa. Me dijo que era la mejor mamada que le habÃan hecho en toda su vida. Empezó a dejar de lado su actitud de matón y me acariciaba la cabeza y me trababa la nuca para que no me sacara la verga de la boca.
Me miraba y se reÃa cómplice.
Después me bajo los pantalones y me puso en cuatro patas. ¿Te la bancás? preguntó. Me anunció que iba a doler pero que me iba a gustar y me la metió en mi orto, mi ano no tardo en dilatarse lo suficiente para que ese pedazo de herramienta entrase. Fue un polvo brutal, me hizo disfrutar como nunca, a estas alturas además me abrazaba y me acariciaba, mientras me la metÃa, haciéndome ver como era realmente el peor del colegio, un dulce. Me tocó un poco la pija y empecé a acabar, mis contracciones lo hicieron acabar toda su leche dentro de mi. Me temblaban las piernas y el me tenia abrazándome fuerte por la cintura. Se reÃa. Nunca mientras el estuvo en el colegio nadie se metió conmigo. Me "prestaba" para que dos chabones de quinto año amigos de él me garcharan, una sola vez estuvimos todos en una quinta, donde me dieron por todos lados. Y él también se los garchó a los otros. No me forzaron a nada. Desde aquel momento nació una amistad que duro más allá del colegio, hasta que yo me fui de Argentina por motivos de estudio. Pero siempre lo recuerdo... al palo.