Por Clark | Tiene 24 años y juega en un seleccionado argentino. Lee este blog desde un software que convierte el contenido de la pantall...
Por Clark | Tiene 24 años y juega en un seleccionado argentino.
Lee este blog desde un software que convierte el contenido de la pantalla en sonido.
No puede saber de las fotos y contrató mi servicio solo por mi voz.
Excesivamente abrigado, con la estética de alguien que vive en un asilo o en un refugio, pensé que tendrÃa que recurrir al Viagra.
Pero cuando se puso en pelotas la pija se me alzó como el asta
de una bandera.
Rostro hermoso, cabeza rapada, cuerpo marcado, piel
blanquÃsima y una verga perfecta coronada por pelos negros subiendo en lÃnea
recta hasta el ombligo sobre un abdomen chato, impecable, atravesado por algunas venas azuladas.
Los pectorales altos.
Los hombros, los brazos y las piernas musculosos, y un culo firme y peludo.
Los hombros, los brazos y las piernas musculosos, y un culo firme y peludo.
El vacÃo de sus ojos muertos lo hacÃan sobrenatural y ante
tanta rara belleza sin poses, sin artificios, quedé paralizado.
Sin embargo me acerqué en la penumbra y lo tomé de los hombros.
Con una mano me tocó el rostro. Me describió tal cual, hasta
el color de mi barba. Dijo después que cada color de pelo tiene una densidad
distinta.
Con la otra mano me tocó el cuello, la nuca, el pecho y se
detuvo en un lunar que definió como sensual y por lo tanto no me lo haré quitar como pensaba.
Abracé su cintura y lo acerqué hacia mÃ.Tiene una serenidad expectante. Depende de sus otros sentidos.
Le acaricié la cara, el cuello y el pecho. Miré y vi que su verga alzada latÃa y aguanté para no
zambullirme en ella.
Entré en su mundo de sensaciones.
Entonces sin bajar percibà que esa verga olÃa a verga, no a
jabón, y ardà en llamas.
Llevó dos dedos a mi
boca y se mojó los labios con la lengua.
Me apartó un segundo, puso su otra mano sobre mi abdomen hasta toparse con la punta de mi pija.
La suya es más gruesa
y es recta.
-¿Puedo besarte?-preguntó-
Su pregunta me enterneció y le comà la jeta.
En mi cama tomó la posta y lo dejé hacer.
Me pidió que me pusiera en cuatro.
Me acarició suave la pija dura, las pelotas, palpó
despacio mi espalda elogiando mi piel y yo en cuatro ardiendo, hipnotizado y
en su dominio.
Separó los gajos de mi culo conteniendo la
respiración, olfateando, suspirando y abrazando
mis glúteos como amándolos, haciéndome alucinar que tengo un culo perfecto.
Se recostó junto a mÃ. Nos unimos pija con pija. Fue a
mis sienes, a mis mejillas.
Me preguntó junto a mi boca de qué color es la piedra de mi oreja.
-No es un diamante-
dijo- tampoco es un vidrio- Sintió
mis tatuajes y los degustó palmo a palmo.
Mi cuerpo cobraba independencia de mÃ. Mis
marcas y mis recovecos oscuros se iban iluminando.
Me dijo las cosas más bellas, cosas que no voy a repetir
para no ser arrogante, cosas que nadie me habÃa dicho, e hizo que yo me viera del
modo en que quisiera verme siempre que me veo en un espejo.
Hablaba con la boca pegada a mi epidermis y sus palabras vibraban porque esos labios decÃan y eran táctiles al mismo tiempo.
Yo estaba hecho una antorcha y no querÃa avanzarlo porque temÃa
romper la magia.TemÃa caer al piso y ser otra vez de carne cuando él me hacÃa
de aire y de fuego.
Él no me estaba acariciando, me contemplaba con su tacto, me olÃa como un lobo. Susurraba, me lamÃa y se iba
sorprendiendo de lugares mÃos a los que no estoy acostumbrado.
Entonces sus dedos, sus palmas y sus labios como si fueran
pequeños animales puestos en libertad llegaron
al hueco de mi orto.
Olió profundo. Sentà en mi orto su aliento carnÃvoro. Me aspiró la flor del ojete que se abrió para él. Lo
inspeccionó con los labios y la lengua.
Me pidió gel y me entró
con el Ãndice dentro del culo -Tu próstata es tan hermosa, tan suave… -dijo-…igual que tus huevos cargados. Me encanta
sentÃrtelos.
Nos hicimos un sesenta
y nueve que casi me hizo acabar. Nos chupamos las vergas, los ortos, las
pelotas.
-Me gusta tu olor-
me dijo - Ese ´perfume… Fumaste antes de que yo llegara y enseguida te lavaste
los dientes. Tu pija tiene el sabor justo. Measte hace un rato y no te la
enjuagaste…
Coger conmigo para él era una fiesta y me hacÃa sentir yo
mismo.
No aguanté. Lo ubiqué de cara a mÃ, levanté una de sus
piernas, mandé lengua otra vez y se la enterré un rato gozando como un potro
sosteniendo esa pierna, deteniéndome, chupándole la pija, haciéndolo saborear
la mÃa para cogerlo de nuevo.
Se le puso más dura esa chota blanca, gorda, recta, cabezona
y de venas azuladas y me volvió a colocar en cuatro y a chuparme el culo.
Yo estaba entregado, encendido, y pude comprobar que también su verga tenÃa
radares, como sus labios, como la punta de sus dedos.
Su verga autónoma
rastreaba mi agujero mientras él me
rodeaba el pecho con sus brazos, acariciándome el abdomen y los dorsales
dándole tiempo a la verga para encontrar
la entrada sola, empujándola y retirándola sin hurguetear con los dedos. Solo esa chota soberbia como un tiburón blanco
embistiendo, errando y ensayando otra vez, entonces la cabeza de esa verga acopló
como al azar en el umbral de mi ojete.
Le pasé un forro.
Percibà cada centÃmetro de su poronga en mi interior de afuera hacia adentro, de adentro hacia afuera y otra vez adentro, porque en realidad su verga gruesa era una sonda exploradora que se abrÃa paso en mÃ, que salÃa y volvÃa a entrar para cerciorarse, ahuecándome cada vez más y haciéndome sentir el mejor puto del mundo.
Me puso en cucharita y me empezó a pajear de una manera
única con su mano perceptiva mientras me cogÃa. Una mano agarrando mi verga,
otra mano rodeándome el pecho y su boca lamiéndome el cuello.
Le dije que no aguantarÃa, me dijo“vamos” y hasta dirÃa que pude escuchar la afluencia repentina de su
leche llenando el forro, pasando por su
gruesa manguera que se inflamaba intermitente cada vez que la expulsaba, abriendo en cada torrente mi orto hasta la inconsciencia, mientras mi leche chocaba contra la pared
y otro chorro suyo y otro más, pero con
cada uno de sus guascazos subÃa una oleada por mi médula hasta mi
nuca, poniéndome la piel erizada hasta
hacerme acabar de inmediato, por segunda
vez, de una manera distinta, haciéndome acabar desde adentro.
Me besó la boca hasta
que ambos quedamos dormidos.
Los varones somos visuales. Primero miramos, después deseamos, luego tocamos
y por último olemos y chupamos.
A una pija
la disfrutamos primero con los ojos y mucho después con el culo.
Lo que podemos imaginar que
harÃamos con un orto musculoso, redondo, juzgándolo profundo, es por la información que nos da su imagen
visual.
Lo porno está hecho para los hombres (de cualquier orientación sexual).
Pero cuando te
perciben solo con la piel, el gusto, el
olfato, el oÃdo, y quizás con un sexto sentido que supera la ausencia de la mirada,
notás que hay otro mundo más allá de los
ojos de los otros y de lo que te devuelven los espejos, un mundo más intenso, entonces tu cuerpo existe pero en otra
dimensión.