Se llama Gastón. Por Clark - Él tenÃa 16 cuando yo tenia 21 y lo veÃa cruzar la calle con su uniforme escolar desde mi ventana ...
Se llama Gastón.
Por Clark - Él tenÃa 16 cuando yo tenia 21 y lo veÃa cruzar la calle con su uniforme escolar
desde mi ventana mientras estudiaba para los finales de la universidad (la casa de mis padres estaba frente al Colegio Nacional)
Entonces recordaba cuando él tenÃa 7 y yo tenÃa 12 y en el recreo Susana, que era su madre y también mi maestra. lo reprendÃa porque corrÃa por el patio jugando a lo bruto con sus compañeritos y la hacÃa quedar mal frente a sus colegas.
Entonces recordaba cuando él tenÃa 7 y yo tenÃa 12 y en el recreo Susana, que era su madre y también mi maestra. lo reprendÃa porque corrÃa por el patio jugando a lo bruto con sus compañeritos y la hacÃa quedar mal frente a sus colegas.
Qué bueno se habÃa puesto el pendejo, pensaba yo, con el libro abierto, mientras me
amasaba la pija, y como si él lo sintiera miraba de reojo hacia mi ventana.
Gastón ya jugaba su deporte preferido y con los años llegó a
ser alguien conocido.
Nos cruzamos eventualmente a lo largo del tiempo en algún
evento y nunca nos saludamos pero hubo siempre cierta tensión. Alguna vez
me clavó sus ojos celestÃsimos como desafiando, y yo le hice un gesto de
caballero macho con la cabeza, como que estaba todo bien, pero nunca me respondió. Pensaba entonces que no le cabÃa.
En los ’90, si Brad
Pitt estaba bueno, Gastón la partÃa. Solo por su rubia belleza hubiera sido tapa de
revistas.
Gastón estaba mejor que cualquier rubio que haya conocido.
La semana pasada sonó
el teléfono
Una voz de hombre varonil, como tantas, consultó como era mi
servicio.
Le propuse que me
whatsappeara, como a todos, pues tengo producido un audio que es
cómodo para mÃ, para no tener que repetir siempre lo mismo y que me vende mejor. AllÃ, junto con el audio, paso mis fotos desnudo.
Cuando abrà su mensaje
no tenÃa foto de perfil
Ya habÃa visto mis imágenes, whatsappeó, y querÃa un encuentro enseguida si estaba libre: Dijo que habÃa visto mi cara, mi chota y mi cuerpo; que le cabÃa a full y que no importaba el precio.
Gastón llegó puntual. Lo recibà como a todos en pelotas.
Se hizo el boludo, como si no nos conociéramos.
Mi sorpresa al verlo y sus ojos celestes desafiantes clavados en los mÃos otra vez, me levantaron la pija como un estandarte, y él no disimuló el calibrármela, con la misma intensidad que lo hace un gay pasivo de tetera.
Se hizo el boludo, como si no nos conociéramos.
Mi sorpresa al verlo y sus ojos celestes desafiantes clavados en los mÃos otra vez, me levantaron la pija como un estandarte, y él no disimuló el calibrármela, con la misma intensidad que lo hace un gay pasivo de tetera.
Mi ritual fue el de siempre: Ofrecer de beber, invitarlo a
desnudarse…
Se puso en bolas al palo y de una se arrodilló a mamar como un ternero.
Olvidé los protocolos.
Lo agarré de la cintura y lo senté en la camilla.
Le metà la lengua hasta la garganta.
Le chupe las tetas
peludas de pelo dorado.
Gastón me agarraba de
los hombros.
Le abrà las piernas tomándolo de los tobillos y ahora el que me arrodillé fui yo, con sus piernas bien abiertas para apreciar el ojo de su orto rodeado de pelos rubios y virginalmente rosado- Un orto limpio pero con ese suave olor natural a culo que me la pone dura.
Mi lengua enloqueció con él. Mi lengua le desvirgó el ojete, hasta que me rogó: -COGEME!
Entonces volamos al pasado y me cogà al Gastón de 7 años cuando yo tenia 12, al Gastón de 16 cuando yo era un estudiante universitario. Al Gastón
de smoking en los eventos en que nos cruzábamos.
Lo cogà con deseo, con despecho. Me lo cogà en todas las formas
imaginadas: Con la verga, con la boca, con la mente y con el recuerdo,
Le taladré el culo pero
lo hice suave al principio, para que goce, para sentirlo a full, para darle fuerte después cuando tuviera el ojete acostumbrado.
Gastón gritó en cada entrada de mi pija y en cada salida.
Si
algo sé es hacer un culo.
Primero meto lengua, después la cabeza de mi verga a la
mitad y la saco para que al entrar de nuevo se vaya abriendo camino sola. Vuelvo a intentar lubricando con gel, chupo la pija y los huevos para que el man se
relaje y goce, y vuelvo a puertear. Casi no uso los dedos. Prefiero que sientan el calor y la dureza de mi cabezona.
Cuando entra la cabeza entonces entra toda la poronga y el vago ni se da cuenta que ya la tiene adentro hasta que empiezo a bombear.
Pero Gastón gritó y creo que gritó de deseo reprimido. Creo que gritó de alegrÃa
y reivindicación sintiendo mi pedazo de carne tan profundo.
Cuando acabó como un surtidor por la paja que le hice
mientras me lo cogÃa, me lo confirmó.
-No sabes cuánto tiempo deseaba esto- Dijo.
Hice silencio. De nada valÃa el reproche. No se puede volver
el tiempo atrás. Y ahora somos otras personas.
DÃas después, como una broma del destino, me crucé a Susana por la calle. Está vieja, pero conservando ese glamour que la caracterizaba.
Abracé a la Madre de mi nuevo cliente, mi maestra de la
infancia, como cuando era un niño, y
ella me abrazó. HacÃa 40 años que no nos veÃamos.
No sé si porque pensé
en ese momento que me habÃa cogido a su hijo y me habÃa pagado para que lo
hiciera, porque habÃa estado caliente de niño con mi maestra a la cual no podÃa separar mentalmente de su hijo, o porque mi
adicción al sexo es cada vez más profunda. No se por qué, pero tuve una terrible erección en
ese abrazo y me parece que mi antigua maestra lo notó y me abrazó más fuerte
por ello.
¿Dará para cogerme también a la madre?¿a mi anciana maestra?
Si eso está en mi karma, ustedes, mis lectores, lo sabrán primero.
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