Relato de los lectores - Mi pareja y yo llevamos ya 17 años de convivencia, empezamos a salir en el secundario y realmente siempre vivimo...
Relato de los lectores - Mi pareja y yo llevamos ya 17 años de convivencia, empezamos a salir en el secundario y realmente siempre vivimos muy buenos momentos juntos. Pasando por todas las instancias que puede pasar cualquier pareja en la actualidad.
Mi pareja se llama Alberto, su Cuñado Martín.
Martín lleva en la familia algo así como 6 años desde que conoció y se casó con la hermana de Alberto. Está que se parte! Es un hombre musculado, muy varonil de carácter fuerte, pero muy simpático, tiene 35 años, está en la plenitud de su vida y hace muy poco fue padre. Tiene olor a macho -una mezcla de su perfume con cigarrillos.
Es arquitecto. Mi pareja también.
Esto nos desalentó y no volvimos a tocar el tema.
Había comprado algunas delicatessen para sorprenderlos cuando llegara.
Me quedé atónito mirando, ellos no se percataron de que yo estaba ahí, me esperaban más tarde.
Yo no sabia que hacer. Eran 17 años de mi vida tirados a la basura y realmente no podía competir con ese flaco, que insisto vestido está que se parte, desnudo está a la enésima. Peludo con una gran pija y gozando como lo vi me sentí un ser muy pequeñito y no sabía si reírme o llorar. Me metí en un bañito que hay en la planta baja y me quede mirando en el espejo pensando si quería ser un cornudo consciente o que quería para mi vida a partir de ahora.
La verdad que yo a mi pareja lo amo, pero tenía una evidencia delante mio que no podía dejar pasar. Pensaba también aquello de que de la muerte y los cuernos nadie se salva, pero me hubiera gustado no tener la certeza delante de mi vista. Ojos que no ven ...
Por otro lado lo entendía a Alberto porque Martín destila sexo en su mirada, en los chistes que hace, en pasar por detrás mio y hacerme una estocada, palmearme la cola. En varias oportunidades me dijo: “si yo no estuviera casado las cosas que te haría” con la esposa a unos cuantos metros. Me saludaba muchas veces abrazándome y pasándome la lengua por la oreja. Su perfume me mareaba, me turbaba y casi siempre se me paraba. El se daba cuenta de mis erecciones y se retiraba triunfante riéndose en forma cómplice como el mismo demonio.Yo no sabia que hacer. Eran 17 años de mi vida tirados a la basura y realmente no podía competir con ese flaco, que insisto vestido está que se parte, desnudo está a la enésima. Peludo con una gran pija y gozando como lo vi me sentí un ser muy pequeñito y no sabía si reírme o llorar. Me metí en un bañito que hay en la planta baja y me quede mirando en el espejo pensando si quería ser un cornudo consciente o que quería para mi vida a partir de ahora.
La verdad que yo a mi pareja lo amo, pero tenía una evidencia delante mio que no podía dejar pasar. Pensaba también aquello de que de la muerte y los cuernos nadie se salva, pero me hubiera gustado no tener la certeza delante de mi vista. Ojos que no ven ...
Nos besábamos con su pija en el medio de nuestros labios, en un momento dado Martín nos apartó diciendo: “Paren porque sino acabo, esto es el cielo, y -dirigiéndose a mi pareja- le dijo: te dije que teníamos que traerlo a la cama hace rato. ¡Lo quiero bombear!”.
Porque ellos ya hacía casi un año que estaban en esto. También le pidió a Alberto permiso para cogerme, dijo que era su fantasía.
Le contesté que me hablara a mi, que mi cuerpo era mío, sin saber cumplió una fantasía que hacía mucho tenía que era la de estar entre dos hombres, uno cogiéndome y chupándosela a otro. Siempre fui pasivo, incluso con Alberto que nunca dejó que lo penetrara, ahora me enteraba por Martín que él sí lo había hecho y pedí verlo, entonces Martín como un espectáculo en privado se lo cogió delante mío.
Yo gozaba con la cara de dolor de Alberto que consentía todo. Accedió, porque (después me confesó) pensó que yo le iba a decir de cortar la pareja y plantearle la separación.
Porque ellos ya hacía casi un año que estaban en esto. También le pidió a Alberto permiso para cogerme, dijo que era su fantasía.
Le contesté que me hablara a mi, que mi cuerpo era mío, sin saber cumplió una fantasía que hacía mucho tenía que era la de estar entre dos hombres, uno cogiéndome y chupándosela a otro. Siempre fui pasivo, incluso con Alberto que nunca dejó que lo penetrara, ahora me enteraba por Martín que él sí lo había hecho y pedí verlo, entonces Martín como un espectáculo en privado se lo cogió delante mío.
Yo gozaba con la cara de dolor de Alberto que consentía todo. Accedió, porque (después me confesó) pensó que yo le iba a decir de cortar la pareja y plantearle la separación.
Martín nos pidió que se la chupáramos juntos y fue lo que hicimos, nuestro beso en un momento quedo sellado por su espeso semen que empezó a brotar de su pija a borbotones y no parecía terminar nunca. Gemía gritaba y ponderaba mi boca. Me dio un trato preferencial en toda la velada.
Luego Alberto me penetró y cabalgó dentro mío, mientras Martín previamente me había lubricado y me daba los besos más hermosos -diciéndome: "abrí bien la colita y dejate coger", porque sabía de boca de Alberto que el beso en plena cogida me dilataba el orto a full (o sea que hablaban de mi en la cama también!).
Ambos se portaron muy bien cuando se trató de que yo acabara, Martín hizo de todo para estimularme, con sus pesadas manos separaba mis nalgas para que la pija de Alberto se perdiera sin resistencias dentro de mi culo. Así jamás necesité pajearme menos en esta instancia donde estaba tan caliente.
Martín me susurraba -mientras Alberto acababa- que me tomara toda la lechita, yo sentía cada chorro de guasca que quemaba dentro de mi orto, algo que a mi me volvía loco. Los dos se reunieron detrás mio para ver lo dilatado de mi orto, -lo comentaban entre ellos- pidiendo que expulsara la leche recibida.
Luego vino la cena, un intento de dar explicaciones, finalmente Martín nos abandonó para volver a su casa con su mujer y su hija.
Luego Alberto me penetró y cabalgó dentro mío, mientras Martín previamente me había lubricado y me daba los besos más hermosos -diciéndome: "abrí bien la colita y dejate coger", porque sabía de boca de Alberto que el beso en plena cogida me dilataba el orto a full (o sea que hablaban de mi en la cama también!).
Ambos se portaron muy bien cuando se trató de que yo acabara, Martín hizo de todo para estimularme, con sus pesadas manos separaba mis nalgas para que la pija de Alberto se perdiera sin resistencias dentro de mi culo. Así jamás necesité pajearme menos en esta instancia donde estaba tan caliente.
Martín me susurraba -mientras Alberto acababa- que me tomara toda la lechita, yo sentía cada chorro de guasca que quemaba dentro de mi orto, algo que a mi me volvía loco. Los dos se reunieron detrás mio para ver lo dilatado de mi orto, -lo comentaban entre ellos- pidiendo que expulsara la leche recibida.
Luego vino la cena, un intento de dar explicaciones, finalmente Martín nos abandonó para volver a su casa con su mujer y su hija.