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Ale K | Crueles niños gays | Psicología |
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Cuando un caso de crueldad animal aparece en los medios de comunicación, la mayoría de la gente se cuestiona el por qué alguien haría algo así, siendo mucho más impactante cuando el autor es un menor de edad. Así, es normal que aparezcan multitud de incógnitas sobre el tema. ¿Por qué algunos niños maltratan a animales? ¿Qué se les pasa por la cabeza? ¿Supone un juego para ellos? ¿Son “cosas” de niños?
Nos deja con más preguntas que certezas, pero no podemos terminar de encontrar respuestas.
Hay particular interés en el caso de los niños gays o que tienen tendencias de definirse como tal. ¿Por que? Pues por que la práctica en campo clínico demuestra que hay mas incidencia en casos de bullying, de acoso y violencia sexual e intrafamiliar.
Actividades realizadas con los mismos refieren la particularidad de que lo hacen por:
- Satisfacer su curiosidad/exploración (p. ej., el animal es dañado o matado en el proceso de ser examinado).
- Presión del grupo de iguales (p. ej., iniciación ritual para introducirse en un determinado grupo de jóvenes).
- Para subir el estado de ánimo (p. ej., para combatir el aburrimiento y/o la depresión).
- Juego Postraumático (el menor recrea escenas de alta carga violenta a modo de descarga emocional).
A nivel psicológico, el maltrato animal nos está indicando que existen disfuncionalidades cognitivas (formas erróneas de interpretar el poder y el control) y/o ambientales en el menor. Son varios los autores que a lo largo de la historia han alertado de este fenómeno como indicador de desajuste psicológico (por ejemplo, Pinel en el año 1809, o Margaret Mead en el 1964).
De hecho, la Asociación Americana de Psiquiatría incluyó en el año 1987 la crueldad animal como uno de los 15 síntomas del conocido Trastorno de Conducta Infantil. Además, los niños que cometen actos de crueldad hacia los animales tienen mayor probabilidad de tener problemas de conducta más severos que los que presentan otros síntomas.
Maltrato animal y otras formas de conflictividad
También es importante destacar que la crueldad hacia animales se relaciona con la violencia doméstica, con el abuso sexual infantil y con el bullying o acoso escolar, entre otros.
Los niños expuestos a violencia doméstica y/o que son abusados (ya sea físicamente, sexualmente o psicológicamente) tienden a ser más violentos con los animales que niños que no han pasado por esas situaciones desfavorables. Estos niños pueden estar expresando el dolor que comporta su propio proceso de victimización a través del abuso de víctimas más vulnerables: los animales.
En otras palabras: la crueldad animal en la infancia puede ser un signo de alerta conforme el ambiente familiar/escolar está siendo violento o abusivo para el menor, por lo que es recomendable prestar especial atención al menor en cuanto una situación de maltrato animal tiene lugar.
Por tanto, no se deben considerar estos actos como un simple juego pasajero de niños ni restarles importancia; detrás de estos episodios de crueldad pueden descubrirse muchas situaciones traumáticas en las que el menor ha sido la víctima.
¿Cómo se puede prevenir el maltrato animal?
Diversas investigaciones han puesto de manifiesto que educar a los menores transmitiendo valores positivos hacia todos los seres vivos del planeta es un elemento muy importante de cara a la prevención de actos crueles contra animales y el tratamiento, facilitando el desarrollo de la empatía inclusive hacia los humanos.
Estos programas educativos ayudan a desarrollar el sentido de la responsabilidad, de preocupación por los demás, además de colaborar en el desarrollo de la autoestima, la socialización y cooperación.
Las implicaciones que esto tiene a escala global son claras: si se tuviera en cuenta la crueldad hacia los animales como una forma más significante de agredir y/o de muestra de comportamiento antisocial, se avanzaría en la comprensión y prevención de la violencia infantojuvenil y adulta. Algo que se tiene bajo la lupa hoy en día pero no cuarenta años atrás, en un país que pasaba por períodos de estado de sitio reiterados donde prevalecía la represión.
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