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Pablo Castro Videla | Memorias | El despertar sexual
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Haber nacido en el año 65 tiene sus grandes ventajas, viví los 70 y los 80. Sobreviví los 80 en realidad. Porque sigo acá, updated y mas sabio que nunca.
Soy un buen tipo, buen mozo, buen compañero, buen artista, buen amigo y soy bueno en la cama.
El despertar sexual
¡Ay! ¡Ay! Éste tema, ¡que tema!
La “E” True Hollywood Story de mi vida comenzó cuando yo era chico. 9 años exactamente; jugaba en la predécima de mi club de rugby, el S.I.C. Que como todo niño bien tenia que estar. Por supuesto me parecía un embole y agresivo.
En casa había algún tipo de violencia; no voy a entrar en detalles dramáticos porque no es la idea de mi relato pero la violencia, no, mejor no. Sigo con la etapa del rugby, tengo muchos recuerdos lindos y otros que no entendía tanto, los mejores!
Uno de ellos es:
La última vez que “jugué al rugby”; estaba sentado bajo los eucaliptos y casuarinas del club observando a una hormiga negra hacer su recorrido con un palito, mientras los otros, mis compañeros del club y la mayoría del colegio, corrían como gallinas asustadas y se cagaban a palos por la pelota, un deporte infeliz si los hay.
Yo con mi hormiga, estaba en ácido, en otro mundo, más alucinante que el de todos los que corrían. Sentía el olor al pasto, los árboles, el viento y el sol en mi carita. Cierta melancolía de chico sufrido. Gran incertidumbre.
Recuerdo paz, mucha paz.
El Mundo de los Culos
El otro recuerdo, el más significativo, es el vestuario de hombres, llamado por mi y mi mejor amigo Axel “El Mundo de los Culos”, un paraíso si los hay.
Todo el tiempo era:
- ¡Vamos al mundo de los culos!
- ¡Dale!
Que sensación tan extraña, tantos hombres desnudos con sus pijas colgando enjabonadas, era increíble, me llamaba poderosamente la atención.
Además del terror que se me pare por mirar.
Tenia que hacer fuerza con la mente para que no suceda porque sino la vergüenza podía ser fatal. Era muy increíble y fuerte la excitación.
Esto era los fines de semana nada más.
No todos porque tenía amigos que vivían por casa, el barrio no era cualquiera, Las Lomas de San Isidro.
Estaba orgulloso de vivir ahí, no solo por lo social sino porque todas las casas de alrededor eran de celebrities argentinas, del cine, la televisión, la política; decíamos que vivíamos en la Hollywood de argentina.
Estábamos en la calle todo el tiempo en bicis, skates, patines, traje de baño y de pileta en pileta. Pero no todo era brillo.
Axel era vecino de la vuelta y compañero de banco en el colegio.
Teníamos otras ideas mas divertidas que la boludez de Hollywood. Todo bien pero, la bici, el skate, los patines, la pileta, etc.
A cualquiera le pueden aburrir, ¿no?
Teníamos caras de Ángeles, lo que podía disimular nuestras macabras y en su mayoría diabólicas ideas.
Me acuerdo casi todo como si fuera ayer. Una idea fue podarle el jardín a machetazos a la vecina mersa muy mersa que tenía florcitas grasas de todos colores; al día siguiente se preguntaba, - ¡quien podría haber hecho semejante maldad! Llorando como si alguien hubiera muerto. Nunca lo supo, obvio. En fin…su desgracia frente a los todos vecinos, nos causaba mucha gracia!
Éramos malos y nos gustaba.
Otra fue darle una milanesa cruda con una lamparita molida dentro a un perro rompebolas que cuando ibas de una casa a la otra te ladraba hasta el cansancio, un perro pesado, ¡un perro de mierda!
Miramos como comía pensando que con eso estaría frito pero al hijo de puta no le paso nada.
Pero como todo “inocente niño” nos aburrimos del perro y pasamos a otro tema.
Se nos ocurrió hacer un incendio, era genial el nivel de inconciencia.
Buscamos algunos combustibles, un balde, un poco de estopa unas balas del revolver de mi abuelo para que hubiera estallido y of course una caja de fósforos.
Lo que hicimos fue incendiar una manzana entera que estaba loteada pero no construida y le echaron la culpa a un señor que vivía solo, muy raro, el raro de la vuelta, el incendiario, según las habladurías locales.
Finalmente se lo llevo la policía mientras nosotros tirados en el pasto nos cagábamos de risa tipo ácido, estaban todos los vecinos consternados y nosotros agarrándonos la panza porque no dábamos más de reírnos por el quilombo perpetrado...
Continuará