A comerla!! Pija, servida al plato, que mas querés? Me encanta ver como se pierde mi pija en la boca de algún chabon que le de duro y p...
A comerla!!
Pija, servida al plato, que mas querés? Me encanta ver como se pierde mi pija en la boca de algún chabon que le de duro y parejo, que la trabaje bien y por sobre todo que me ordeñe... Nada rápido, cómodos en algún lugar, sin prisa. Si hay onda te garcho a full el tiempo que quieras, pero me encanta, pasar la pija por la cara y labios.
Lechear en la cara y si te la bancas en la boca...
Aquellos que les guste la pija, que les guste ESTA pija, dejen mail y nos vamos viendo.
Hace poco que estoy libre de nuevo, me separé después de 10 años y quiero hacer de todo!
Leche me sobra...
Los espero!!
El gusto:
Pablo Perez | En un primer encuentro casual en el cine porno X, P le chupó la pija a T sin preservativo. No se tragó la leche, pero sà un poco de lÃquido preseminal. Cuando los dos acabaron, el romanticismo se apoderó de ellos y tomaron juntos una cerveza acurrucados en un sillón, camuflados en la oscuridad. “¡Qué lindo sos!”, le dijo P a T, aunque en realidad por más que hubiera querido, en aquella negrura donde apenas llegaba el reflejo de la pantalla, nunca habrÃa podido verlo bien. Igual, por no romper aquel clima de amor que se habÃa generado, prefirió decir eso y no “¡Qué rica pija tenés!”. T le contestó: “Vos también”. Y aunque tampoco habÃa podido verlo bien, agregó: “Me gustarÃa volver a verte”. Y ahà mismo intercambiaron números de teléfono.
P le contó de su encuentro con T a su amigo Q, una loca malÃsima, tan mala que de su veneno nadie se salvaba, ni amigos, ni amigas, y que le dijo: “SabÃas que T tiene sida, ¿nooooo?”. P palideció y de sus ojos asomaron lágrimas de miedo. “¿Y de dónde conocés a T?”, le preguntó con la voz temblorosa a Q, que le contestó: “Neeeeena, esa loca es más puta que todas nosotras juntas, ¡y además ya se los cogió a L, a E y a O!”. P pasó del pálido al colorado, le daba bronca y se ruborizaba cada vez que sus amigos le hablaban en femenino y mucho más cuando Q lo trataba de nena: además de que, por su culpa, ahora se veÃa atrapado en un torbellino de emociones negras como una bandada de buitres y sentÃa su corazón desgarrado por la guadaña. Al ver su rostro ensombrecido, Q, a la que es difÃcil callar por más de medio minuto, se mantuvo en silencio, mirándolo. “Ella se lo habÃa dicho por su bien –pensaba–. ¡P tenÃa que hacerse el test urgente!”
Esa misma noche, P le mandó un mensaje a T: “Necesito hablar con vos. ¿Cuándo podemos vernos?”. Se encontraron en un bar del centro y ambos parecÃan verse por primera vez, a la luz del dÃa también se gustaban, aunque P seguÃa con bronca porque T lo habÃa dejado chuparle la pija sabiendo que era portador. Juntó coraje y fue lo primero que le dijo, a lo cual T (que de loca no tiene nada, pero sà mucho de Don Juan), con la frialdad que lo caracteriza y minimizando el asunto, le contestó que no se preocupara, que estaba tomando el cóctel y que tenÃa la carga viral indetectable. T nunca avisa en un encuentro casual que es portador de VIH, no le gusta presentarse asÃ, entiende que el que quiere cuidarse deberÃa tomar los recaudos que crea necesarios siempre. Siempre usa forro cada vez que coge y cree que si por una chupada de pija se contagiara el sida, todos los putos estarÃan infectados. Además acababa de leer en el diario que, según investigadores de la Universidad de Washington, con la carga viral indetectable, el riesgo de transmitir la infección disminuye en un 92 por ciento. “De todas maneras, cada uno debe evaluar cuál es la mejor manera de cuidarse –concluyó T–. Y si pensás que chupar una pija sin forro es riesgoso, no lo hagas, porque es muy fácil encontrarse con un portador, incluso con uno que ni siquiera sepa que está infectado.” “¡Chupar la pija con forro es horrible!”, dijo P. Y, para tratar de poner fin al clima incómodo que se habÃa generado, agregó: “Mi amiga FL dice que en vez de hacer forros con gusto a frutilla... ¡tendrÃan que hacerlos con gusto a pija!”. Los dos se rieron y se miraron a los ojos con franqueza. Aquel amor que los habÃa flechado en el cine seguÃa intacto.