Por Ale K | Nuevos problemas y trastornos de comportamiento han surgido producto de la tecno-dependencia: ya se habla de tecnoansiedad, tec...
Por Ale K | Nuevos problemas y trastornos de comportamiento han surgido producto de la tecno-dependencia: ya se habla de tecnoansiedad, tecnofatiga y tecnoadicción.
Estamos todo el tiempo viviendo en tiempos desesperantes, algunos hablan de CRISpasión y otros de tiempos de vértigo.
Lo cierto que en un momento en donde los ataques de pánico están a la orden del día vemos transcurrir delante nuestro los minutos del mismo y a veces no alcanza. Quien más quien menos uno podría pensar que por suerte tenemos a la tecnología que nos asiste y podremos llegar indemnes al fin del día. ¿Esto será tan así?
La oferta está a la altura de la demanda, los mas clásicos eligen el Psicoanálisis, para mitigar dicho estrés los más modernos la Decodificación biológica o las terapias alternativas, #Mindfulness, etc.
Pero si damos una vuelta por todas las disciplinas casi todas coinciden, en que hay que vivir el presente, evitar anclarse en el pasado (este es imposible de reeditar o reescribir, mucho menos recuperar) y evitar tratar de dominar el futuro (desasosiego puro) a la que sucumben hoy hasta los más jóvenes.
Y todos, si, todos fracasan por su pasión extrema por el celular.
¿Cómo es esto?
Desde que los teléfonos son inteligentes centrarse en el presente es para los fanáticos de los “smartphones” una tarea colosal.
Esto es por que acuerdan por WhatsApp una cena a futuro con amigos y cuando llega el día convenido están ahí ciertamente pero se pierden la mitad de la conversación porque están atentos al “aparatito” que los lleva del pasado al futuro sin escalas.
Me pasó el otro día en un cumpleaños donde se dijo que un conocido era escort y figuraba en una pagina de Internet a la que alguien había llegado “sin querer”, la mitad de los comensales empezó a buscar dicha pagina para ver al conocido en común como Dios lo trajo al mundo, los sanguchitos y las masas seguían corriendo y daban paso a las tazas de café pero alguien contaba que un compañero de secundaria había subido una foto en el Facebook del viaje de egresados del año ’81 y un grupo reía por esos raros peinados viejos.
Sonaba el WhatApp; una prima invitaba a un cumpleaños de quince de su hija para el sábado próximo y pedía la confirmación de asistencia. Unos amigos, dicen que asistirán gustosos.
Llegará ese día y estarán ahí, pero mirando por Instagram las fotos del cumpleaños de hoy que para entonces ya estarán en la red subidas por otro amigo cuyas conversaciones se escuchan a media voz mientras “atiende a uno que se bajó del Grindr, para esta noche”.
Así se suceden los recuerdos y compromisos venideros en la pantalla del teléfono móvil. ¡Si! Estresados del año.
Victimas de su pasión obsesa por el aparatito que los tiene en ascuas entre el pasado y el futuro.
¿Y yo? Acá estoy resistiendo con mi Motorola i465, el que cuando los ladrones me lo roban, al toque me lo traen y me dicen: “se le cayó señor…” Pero estoy atento al más acá. ¡Que para todo hay tiempo! Incluso para el más allá…