[caption id="attachment_4843" align="aligncenter" width="500"] Yo solo, cuidándome la retaguardia, solo. Así ...
Veo que la columna de Lautaro Anchorena "Los Barebackers" ha despertado el interés de algunos y generado algunas polémicas, a mi me ha llevado a algunas preguntas y a recordar por que me volví perverso.
Creo como toda loca que en otra vida “fui princesa” y debo de haber muerto en la guillotina o en la horca, porque en esta, algún acontecimiento trágico, siempre me ha marcado.
En mi parto murió mi madre, mi papá nos crío como pudo, el pobre gallego bruto no daba abasto con nosotros y su tristeza. Yo soy el menor de 4 hermanos.
A los 15 años tuve un accidente de avión y me salvé, todavía me estoy preguntando: ¿Por qué?
Pensé que la vida me tenía reservada alguna misión extrema como salvar el mundo o por lo menos a La Argentina, pero no… Soy oficinista un tipo común. Vivo gracias a un trabajo que hago automáticamente y que no me gusta, (ahora laburo en negro) me había preparado para otra cosa, pero también tuve que ir cambiando sobre la marcha, por como se fue desarrollando mi existencia.
Durante toda mi vida me desenvolví con honestidad una cosa que mi padre nos enseño desde siempre.
El año 2000 fue uno de los peores que recuerde. Un día de noviembre me entero que mi padre tenía cáncer y una semana después que yo era portador HIV gracias a un control que me hacia de rutina, “para estar bien”. ¿Se imaginan como fue diciembre?
Depresión, agotamiento, miedo, angustia, todo era negro; pensaba que ojalá mi papá se muriera primero así no veía lo que me ocurría a mi, que lo iba a alcanzar pronto.
El tiempo que tardé en llegar del medico clínico al infectólogo fue una eternidad. Me quedaba sentado en cualquier banco de plaza pensando como se lo iba a decir a mi pareja, llevábamos dos meses saliendo, pintaba como que todo iba a salir bien. Me dejó a la semana diciéndome que: “No podía en ese momento de SU vida hacerse cargo de lo que me pasaba, que lo mío (mi padre + yo) era muy denso”. ¡Yo no le pedía que se hiciera cargo de nada! Fui perdiendo el apetito sexual y así anduve por varios meses.
Después alguna vez, cuando lograba que la libido subiera y la pija se me parara, le aclaraba a mi amante de turno cual era mi situación (porque era lo correcto) y me quedaba de una u otra forma solo en la cama. Hasta que un día me topé con alguien excepcional que cuando yo había ya lanzado mi speech de portador que avisa, esperando que el otro se fuera corriendo, me pregunta: ¿Por qué tenes tanto miedo? ¿Para que lo anuncias? Cada uno debe cuidarse solo. De la mejor manera que pueda y algunos optan por no hacerlo.
Le conté de todas mi vicisitudes, de los problemas con la obra social, que por obrar correctamente y confesarle a mi jefe cual era mi estado, cuando no me veía rendir como “DEBIA” me echaron del trabajo sin mediar causa alguna. La ley no me favoreció porque yo en mi descuido no comuniqué fehacientemente a la empresa. Después me enteré que tendría que haberles anunciado por carta documento. A una empresa y un empleador que decía que éramos una familia.
Toda la empresa (MI FAMILIA) me dio las espaldas cuando más lo necesitaba, algunos compañeros entrañables no me hablaban en público, pero después me confesaban, en secreto, que no lo hacían porque tenían créditos y demás deudas con la empresa.
Mi jefe directo que me dijo en un momento de debilidad que podía hablarle como a un padre fue mi Judas.
Pasadas ya todas estas instancias dejé de comunicar, empecé a jugar el juego perverso del sistema. Aconsejado por mi terapeuta, para conseguir un nuevo trabajo fui a hacerme los exámenes prelaborales con un amigo que no es portador y cuando por fin me llamaban para la extracción de sangre pasaba él – lo que en la jerga es: “prestar un brazo”- No era todo lo honesto que me había enseñado mi padre pero daba resultados, yo no tenía trabajo y papá ya había muerto. Me fui endureciendo. Fui saliendo de mi etapa… ¿naif? Me fui volviendo mas perverso que el sistema.
Empecé a frecuentar las teteras para pajearme mientras miraba a los demás tener sexo. Yo realmente no podía. Internamente me sentía renunciando al estilo de vida que deseaba, hasta que un día alguien que estaba saliendo conmigo y que quería que las cosas llegaran a más (algo que yo boicoteaba sistemáticamente) me dijo que quería penetrarme sin forro. Me puso en una situación rara e incómoda porque me llevo a un estado de repregunta sobre lo que quería para la cama.
Mi terapeuta nuevamente me dijo que si los dos decidíamos consensuada y adultamente nadie engañaba a nadie. Y lo hicimos, recordé lo que era el sexo y me di cuenta que me estaba perdiendo de muchas cosas. Antes de enterarme siempre me había cuidado, pero ahora la idea era ponerme una barrera a mí. Esa era mi relación con el forro. Con Sergio que fue mi relación de ese momento la cosa no prosperó pero me enseño, me recordó, que podía volver al sexo tomando precauciones y que en el caso de no tomarlas también estaba tomando una decisión.
Yo solo, cuidándome la retaguardia, solo. Así estamos... en bolas, como cuando llegué a este mundo.
Fernando Garrido