Soy un geronte de 72 pirulos, que fue totalmente heterosexual, casado con hijos y que tarde, muy tarde, descubrió que aparte del sexo he...
Soy un geronte de 72 pirulos, que fue totalmente heterosexual, casado con hijos y que tarde, muy tarde, descubrió que aparte del sexo heterosexual, habían otros caminos a descubrir cuando mi mujer me puso por primera vez, un dedo en el culo, y con gran sorpresa descubrí en mi mismo, que habían nuevas sensaciones no descubiertas.
Me hice pajero a la temprana edad de cinco años, por allá en el 1946 en reunión de primos de similar edad, pero sabía de las masturbaciones desde bastante antes; Cuando mi "nana", me hacía la paja, para calmar mis berrinches a la temprana edad de 2 años.
Desde esa época, tengo registros de mi sexualidad.
Toda mi pubertad, la transité a puras pajas, desde las inocentes de los primeros años, hasta las recalcitrantes de tres o más por día, en los años previos al casamiento.
Luego por más de 40 años tuve una absoluta y feliz vida heterosexual, hasta que mi mujer por razones de menopausia, decidió cerrar su actividad sexual y dedicarse a mal criar nietos y regar sus plantas, pero yo a los 67 años, me quedé con la pija parada, y volviendo como antes a descargarla a punta de pajas.
En resumen, me volví, más pajero todavía que antes de casarme, porque la naturaleza, si bien no me dotó de una pija notable como para exhibir en concursos o con pretensiones de actor porno; su vitalidad, me obligaban normalmente, a una paja diaria, y dedicarme a estudiar eso del sexo tántrico; con las que he podido lograr durante muchos meses, tener un promedio de tres pajas diarias con sus respectivos orgasmos, aunque sin eyaculación en todas ellas.
Dejando estas acabadas, para ocasiones en Internet con la CAM mediante, donde le agradecía a mi anfitrión de turno, una abundante y copiosa acabada, para deleite del que me miraba. El caso es que; a mis 68 años se me despertó el morbo de mirar pijas erectas, tal vez despertando, ese homosexual que llevaba adentro totalmente adormilado por mi sexualidad satisfecha.
Pero al no tener contacto con mi pareja, el estímulo no estaba completado y siempre había el interés por algo más.
Por eso empecé a frecuentar, todo lo referente a pajeros, porque con tantos años de fidelidad matrimonial, la posibilidad de la infidelidad, atentaba en mi concepto matrimonial, pues de hecho si yo lo hacía, estaba permitiendo que la otra parte también lo pudiera hacer, y personalmente no quería figurar el la lista de cornudos, aunque estuviera seguro que mi media naranja no lo haría.
¡En fin es una cuestión de principios!
Y fue así como empecé a frecuentar baños públicos, no solo para pajearme y sentir la adrenalina de ser visto y sus peligros, sino también para poder ver pijas, en plena acción, disfrutando de un placer para mi sumamente excitante, pero siempre desde lo visual.
En pocas palabras, me había convertido en un "Mirón".
Un día; un joven de una pija preciosa y enorme, me hizo gestos inequívocos, sobre si la quería probar, o algo así, y estimados señores; "Me cagué en la patas", no supe que hacer, cuando él me siguió, luego que dejé mi orinal totalmente perturbado, caminando por la calle, me volvió a insinuar la posibilidad de un encuentro...
¡Me arrepiento toda la vida!, de haberme ido al mazo,
¡Nunca más tendré otra posibilidad como esa!, tal vez me muera, sin haber podido salir del "Closet", y todavía su recuerdo, me hacen parar la pija, para homenajear con una paja ese encuentro, en su honor...
Por ahora a mis 72 años, solo me queda el placer íntimo y personal, de mis diarias pajas,
pensando en todo lo que fui y en lo que no pude ser.
Juaycito