Querida Isabel: Aun recuerdo cuando Paquito Jamandreu a pedido de Armando te producía para salir de tu quinta de Olivos únicamente e...
Querida Isabel:
Aun recuerdo
cuando Paquito Jamandreu a pedido de Armando te producía para salir de tu
quinta de Olivos únicamente en un auto blanco, completamente vestida de blanco
con tus dos perros blancos y un chofer uniformado.
Estrategia para que te vieran por Libertador y por la
costanera antes del estreno de cada
película.
Los chongos se
pajearían luego en el cine y los putos, siempre postulantes a estrella, aun
cuando fuera por imitación o contrapartida amarían a otras menos autóctonas, porque
lo chic era en el cine la manera americana,
y en la calle la europea de vivir,
Pero los que
te hemos visto, quiero decir, los que
pudimos contemplarte de verdad y no desnuda, te amamos en esa instancia en que
volvías a la soledad misteriosa de tu casa a esperar, rodeada de otros perros,
de monos y papagayos, a esperar lo único
que pretendiste en tu vida y que nunca te llegó por completo: Armando.
Entonces no lo
sabíamos y creíamos, como debía ser,
que tu glamour periódicamente visible donde tu “carne” altamente
censurada por el entonces Estado aparecía
cubierta por pieles y sedas blancas, era
un glamour eterno, un glamour sin fin (ingenuidad de los cholulos que todos
somos o hemos sido alguna vez) y yo, putito niño todavía te pude contemplar tomado de la mano de mi abuelo aquella vez
cuando me conto de “hombre a hombre” quien eras y que
representabas.
El brillo en
los ojos de mi abuelo me dijo más que de lo que sus mesuradas palabras pudieron
decirme de ti cuando era niño.
Pero yo supe
de vos, Coca. Supe más de lo que todos pudieran decir porque detrás de tus
gafas de nácar capté tu mirada y me diste, le diste a un niño aquella vez, una
dulce sonrisa. Y Sinceramente Isabel, creí y creo que no era solo glamour. No vi la
aureola de ninguna santa. Vi el aura blanca
de una Diosa existente que iba vestida
de blanco con pieles y sedas blancas con dos perros blancos en un carruaje
blanco.
Creí en eso para
siempre porque lo vi y nunca después pude reconocer en otras una estrella.
Pero algo
trascendental en aquel instante sucedió entre vos y yo, no lo niegues. Me
arrojaste sin pedirme permiso una
llovizna titilante, imperceptible apenas,
algo de tu energía, de tus dones de mujer sobrenatural, algo que
quedaría en mí y me haría Yo, para siempre.
Por lo tanto
cuando fui mayor, y gracias a lo que me
arrojaste, me sentí, me corrijo, me hicieron
sentir muchas veces un divo deseado como
tú (te confieso Isabel que una vez y es
la pura verdad! en una esquina de Av,
Alvear y Rodríguez Peña, cuando por solo eso se podía ir preso, un cajetilla buen mozo de unos 30 años me paro
y me dijo que yo era el chico más bello que había visto en su vida. Pero claro,
tenía yo 20 años)
Por lo tanto,
cuando fui mayor, te decía, yo sí que supe dar cuenta acerca de Que pretendían
de mí cuando me miraban, me abordaban o
se me acercaban. Y pensaba, que solo querían nada más que mi “carne”, como te
pasaba a ti en las películas.
Y fui cruel en
tu nombre Coca, y despreciativo como tú lo fuiste en “el trueno entre las hojas”
y como en esa película morí de amor como tú, varias veces, y padecí mi propio fuego como tú
en “Fuego” y me deje ultrajar como tú en “Carne” (aunque yo lo disfrutaba
Isabel. Disfrute por ti, en venganza por todo lo que te hacían sufrir en las películas, por como Armando usó tu
belleza de la que nunca somos responsables aunque sepamos de ella.
La belleza Coca
querida, lo sabemos los dos, es, además de efímera como la juventud, absolutamente ajena a nuestra voluntad hasta
que nos percatamos de ella.
Te escribo
hoy, amiga, porque estoy tan solo como tú, recordando a mis “Armandos”.
Y estoy
convencido que ambos siempre estuvimos solos y tristes sin vernos nuevamente si
quiera.
Tu por tu
Armando que apenas te pudo blanquear como la segunda que llevó
a categoría de estrella de un cine escandaloso de la época. La puta, la
no legítima, cuando solo fuiste una señora fiel cuidando perros, monos y loros
en una cripta de cristal esperando, esperando y esperando.
Yo, en mi
mundo de recuerdos de amores de película contrariados, mi mundo actual de
pendejos que abordo y me aceptan. De pendejos que amo y me dejan. Pendejos que
pasa una concha (disculpa la grosería pero tenemos confianza) y se van atrás
aunque se trate de una mona olvidando que conmigo aprendieron de la
sensualidad, del erotismo del saber vivir y tendrían un futuro donde casi todo
seria permitido. Pendejos que descartan el amor por aparecer ante el mundo como
machos.
Y porque he
descubierto ahora “Que pretenden de mi”, tan distinto de cuando era joven y
bello como ellos, te escribo para compartir mi descubrimiento.
Pretenden Isabel
querida, ser como yo y hacen como Alcibíades a Sócrates: quieren en una noche entregarme
belleza y juventud a cambio de sabiduría, cuando como él sé que no sé nada. Que
nada aprendí de esta vida más que convivir con la soledad como tu (acaso esa
sea la parte negativa de tu embrujo) y que dos soledades no hacen un
complemento sino una soledad mayor, amiga.
Pretenden a
veces un poco de bienestar, parecérseme quizás, ser pares pero no complementos.
Y desde ya como a vos, las glorias y más cuando son pasadas, no me interesan.
Pretenden de mí
la intimidad Isabel y no formalizar porque como tu Armando quieren hacer creer
al mundo que entre ellos y yo esa intimidad no existe porque lo quieren todo en
un mundo que ha cambiado. Quieren como Armando esposa e hijos y no un puto por
mas glamoroso que a sus ojos sea. Armando tampoco quería una mujer que la
sociedad despreciaba cuando se nutria de ti.
Ya sé, ya
se…dirás que me merezco que me amen. También lo creo. Pero algo estoy haciendo
mal querida Isabel y discúlpame. No estoy dispuesto a quedar esperando a mi
Armando. Estoy vivo, mi reina. Ser Diosa
es que nadie te toque y esa parte de tu embrujo me asemeja a ti pero al
personaje de las películas: YO quiero que me toquen, yo quiero que amen libremente
porque soy real y libre con mi Fuego, con
mi Fiebre.
No quiero ser
como vos en la vida real. Te lo imploro!!! Libérame de tu hechizo, es lo único
que te pediré en esta vida!!!!.
Estas viviendo
de recuerdos Isabel y te sostiene aun tu gloria. Tal vez porque en este momento
la vida te trajo el merecido reconocimiento y a falta de Armando te queda eso
porque Armando y tu son una sola persona.
No es mi
momento todavía. Comprenderás.
Solo te pido
que deshagas tu hechizo aun cuando lo hicieras con las mejores intenciones.
Elijo otra
vida.
Tuyo por
siempre
Mariano