Córdoba, 5 de la madrugada, si me veías por la calle, seguramente la situación era esta: un pibe, caminando por el centro de la ciudad, ...
Córdoba, 5 de la
madrugada, si me veías por la calle, seguramente la situación era esta: un
pibe, caminando por el centro de la ciudad, jeans, reme blanca básica y zapas
deportivas caminando por la calle, acomodándose el pelo y con una sonrisa en la
cara. Todo se remite a lo que sucedió antes, aproximadamente desde las 3 y 30
en uno de los (pocos) cines XXX de la ciudad.
Sábado a la
noche después de cenar con amigos, nos despedimos y cada uno derecho a su casa,
“me voy a estudiar” dije al despedirlos, obviamente se rieron. Y la verdad es
que estaba decidido a hacerlo, una vez que llego, despejo el escritorio y
procedo a abrir los apuntes y los resúmenes.
Empecé tranquilo, pero a medida
que avanzaba, mi cabeza se dirigía a otra situación: después de leer varias
noches el blog, y teniendo en cuenta que en este año arduo de estudio ni tuve
tiempo de “joder” por así decirlo, me entró la curiosidad y las ganas de vivir
una experiencia. Recordé todas las historias que muchos de ustedes comparten
sobre los llamados “cines condicionados”, miré el reloj, 3 a.m. Ordené todo,
manoteo las llaves y las guardo en el bolsillo junto con cien pe, así de paso
los sencillaba, sin olvidar un par de forros “por las dudas”, la verdad que iba
dispuesto a todo, ah y el ultimo pañuelito descartable que quedaba en un
paquetito (Dios salve las carilinas).
Casi 15 minutos
desde mi casa hasta el centro, unas 9 cuadras, la calle explotaba teniendo en
cuenta el finde, el tiempo por suerte hermoso, ideal para sudar todo el cuerpo
de la mejor manera. Una vez que entro, el de la caja me pregunta la edad,
“pareces muy chico” me dice sonriendo, le doy el Roca y de vuelto recibo 60. A
todo esto me doy cuenta que en el lugar se escuchaba mucha gente, algunos
gritaban, el clima típico de algún bar a la noche. Una vez que paso las
cortinas, en la sala “hétero” había un par de hombres distribuidos en las
butacas, observé que ¡uno estaba dormido!, seguí mi camino hasta los baños del
fondo, pasando el “bar”, unos 7 hombres aproximadamente, y una chica distinta, charlando entre si y
riéndose, parecían todos amigos.
Me hago un paneo en el espejo y salgo, quería
ir a la sala “gay”, vuelvo a pasar el bar, me dirijo a las escaleras y subo,
podría decir que en total éramos 50 personas en el cine, lo cual me puso muy
contento, ver que la movida está instalada.
Y la cuestión
empezó, miradas van, miradas vienen y en un momento me voy abajo de nuevo, dos
pibes medio borrachos me encaran y me preguntan “¿te bancas dos pijas en la
boca?”, me intimidaron, teniendo en cuenta que recién había llegado, pero no me
habían gustado. Se fueron y después se me acercó un abuelo de 60 años, muy
tierno me decía cosas simpáticas: “sos muy lindo, te besaría todo, si querés
podemos tomar algo” y demás. No quería ser cortante con él, en si nunca suelo
ser mala onda con nadie, asi que sutilmente le hacía entender que no quería
nada.
Subo otra vez y veo un pendejo hermoso, rapadito, braquets, sonrisita,
lindo cuerpo: “¿todo bien?”, fue lo que me salió decirle. También con muy buena
onda me respondió “si, todo bien, pero me gustan más grandes y bien chongos,
tirando a osito”, automáticamente nos reímos y le seguí la charla porque me
mató su sinceridad, me cayó muy bien (y quería darle aunque sea un beso)
hablábamos entre otras cosas de si había levantado hasta ahora, cuantos años
tenía, si venia seguido, como se llamaba, etc.
Después me dejó con un amigo
suyo que también era buena onda, casi de 50 años, conversábamos y me sorprendió
todas las cosas que me contaba, las experiencias que tenía, los chongos con los
que cogía, para mí era como estar hojeando este blog pero con alguien al lado
mío relatando todas las historias. En eso diviso a un tipo que entró en uno de
los dos espacios que tiene este lugar para poder coger sin ningún drama, algo
así como el dark room, “¿me
disculpas?”, le pregunte al amigo del pendejo, “andá tranquilo” me contestó.
Abrí la puerta
al toque, no quería volver a casa sin haber hecho nada, y lo veo, había otro
tipo pero en seguida nos dejó tranquilos a los dos. Después de las pocas
palabras que nos dijimos ya estábamos comiéndonos la boca, yo al palo, la
verdad es que soy muy pajero, y él estaba más relajado. De mis labios pasó a mi
cuello, y se acomodó la remera detrás de la cabeza, sin sacársela por completo,
hice lo mismo, de mí se escuchaban suspiros, al fin tenia a un vago al frente
mío y sabía que todo iba a suceder durante ese momento.
Me preguntó si se la
chupaba, “te pongo un forro” le dije, aceptó y yo ya estaba abajo, haciendo una
de las cosas que más disfruto y que más me dan ganas de hacer por sobre todo.
Él después de haber tanteado y pajeado mi chota (reconozco que la tengo muy
buena, me lo han dicho antes), bajó y el placer que empecé a sentir era
demasiado. Le agarraba la cabeza y se la quería coger, pero el prefería
comérsela entera bien hasta el fondo, no llegamos a entendernos en el ritmo del
pete, aunque al menos cada tanto le sacudía la verga en la cara, estuvo bueno,
es la primera vez que hago eso.
Luego de intercambiar la succión, le tire la
onda de “hacerle el otro” a lo cual se negó. Yo ya estaba listo entonces para
ser penetrado, tenía semejante cuerpo conmigo y quería saber todo lo que era
capaz de hacerme, cuando de repente abren la puerta y nos sorprenden, nosotros
giramos la cabeza al toque y seguimos en lo nuestro. Estando de pie, le insistí
de nuevo: “te quiero coger”, y me dice “no me dejo coger, no me gusta que me lo
hagan”, le agarre la cabeza, me lo chapé bien fuerte, le gire el cuerpo con
furia, lo empujé contra la pared y le dije al oído “entonces te voy a violar”,
ésta vez no me dijo nada, le gustó la idea.
Lo lubriqué con
una escupida en el lugar justo, de a poco se la empecé a meter, primero la
cabeza y después todo el cuerpo bien carnoso y ancho, de a poco mis impulsos
iban aumentando, le puse las manos en sus hombros y lo traía hacia mí, él
quería que termine rápido, pero no sabía un pequeño detalle: soy muy bancador,
algo que de alguna manera agradezco. De vez en cuando le giraba la cabeza para
chapármelo, lo agarraba del cabello y rápidamente le tiraba la cabeza para
atrás, es muy excitante.
Hasta que me volvió a pedir: “dale, acabá, hacelo en
mi boca”, me dió algo así como pena y lo solté, entonces bajó a chuparme los
huevos mientras yo me la pajeaba con toda la furia para acabar, la verdad es
que no quería hacerlo, prefería terminar ahí, pero no iba a ser tan forro,
después de todo el chabón se bancó que me lo garchara. Asi que para darle las
gracias seguí, por fin se venía toda la leche, que rico terminar una buena
cogida saboreando todo el semen y concluir con un buen beso, como en las porno
(quizás es una fantasía que tengo, suponer hacerlo con algún amigarche conocido
o pareja estable, por seguridad). Pero esta vez le tocaba a él, le agarre la
cabeza en el momento justo, y logré poner su boca en la cabeza de mi pija, cada
chorro fue a parar derechito a su garganta, se la tomó todita, “que rico que
estás pendejo”, y yo ya estaba taaan relajado.
Me preguntó si tenía pañuelito,
saqué el ultimo y lo dividí en dos, miti y miti, se limpió la cola, y yo la
verga, nos subimos los pantalones, nos bajamos las remeras y se fue antes que
yo, ahora que lo pienso ¡ni siquiera se su nombre!, pero ¿interesa?, ambos
vivimos un muy buen momento de sexo casual, eso era todo lo que importaba.
Y esta es mi
historia, el primer garche del año (“salvaste el 2014”), y el último, considero
que fue “la despedida”, con eso me basta. Espero tengan más historias como ésta
para compartir y seguir dando vida a este blog, a la calentura de todos los
lectores y a la sexualidad que tanto disfrutamos. Saludos!