Hasta hace unos años descreía a rajatabla de la idea del amor entre hombres (no así del amor entre mujeres, ignoro bien por qué...). P...
Hasta hace unos años descreía a rajatabla de la idea del amor entre hombres (no así del amor entre mujeres, ignoro bien por qué...).
Pero desde hace unos meses a esta parte, a la luz de una amistad muy particular que tengo, me permití comenzar a revisar dicha creencia (la que tenía respecto a los hombres, aclaro).
Y es que, desde hace unos meses a esta parte, he ido construyendo poco a poco una hermosa amistad -aunque no exenta en absoluto de marchas y contramarchas- rayana con la idea de "amor platónico" (en el sentido de que no hay sexo). En otras palabras, la amistad/relación se basa, esencialmente, en el cariño que nos profesamos, en el acto de entrega que supone prestar el oído y la palabra para compartir con el otro las buenas, o para ayudarlo con un consejo -o con el mero silencio- en las malas. Sé que suena muy etéreo, pero la verdad es que es un amor de almas antes que de cuerpos (o de "hombres"). Como yo he dicho en alguna oportunidad (en respuesta a su reclamo por mi negativa a tener sexo): "es que no te veo como un hombre. Te veo como un ángel". Esto, que seguramente a muchos sonará cursi, a mí al menos me sirvió para empezar a entender de qué va eso del amor... cuál es su verdadera base y sus reales implicancias.
A modo de síntesis, creo que el verdadero amor trasciende la sexualidad. Es un sentimiento, un compromiso anímico. Se me podrá impugnar que el sexo, el contacto corporal es fundamental para una unión plena... puede ser, no niego su importancia. Pero, como él mismo me reconoce a veces: "si lo hiciéramos quizás sería peor, porquie tarde o temprano tiraríamos a la mierda este vínculo tan especial que tenemos vos y yo". Insisto, quizás no existe una unión plena sin la parte sexual... pero, del mismo modo, tampoco sería plena una relación carente de la sintonía anímica. Y esto último -lógica del garche mediante- es algo bastante difícil de lograr hoy en día, cuando nadie parece estar muy dispuesto a apostar por un compromiso (con todos los pro y los contra que este conlleva); cuando son pocos los que elijen manejarse con la verdad a la hora de las relaciones (a veces por temor, inseguridad, o a veces deliberadamente).
Si esto es amor, el "verdadero amor", aún no estoy seguro. Supongo que el tiempo dirá... Sólo puedo intuir que más o menos por ahí viene la mano, por el lado de la solidaridad y el afecto entre dos almas que se sienten.
No soy amigo de las tipificaciones; pero, si he de hacerla, diría que el genuino amor -entre hombres, entre mujeres, entre hombres y mujeres... entre lo que fuera- tiene más la forma de una "tierna amistad" que del amour fou al que tanto nos ha acostumbrado la literatura romántica, el melodrama almodovariano y los happy endings hollywoodenses.
Marcos L