Mi nombre es Enzo y quienes lean este relato sabrán quien soy, discreto, solitario, aventuroso de las teteras subterraneas desde los 23, s...
De regreso, las combinaciones que hago siempre incluyen las lineas B, H y E por lo que al volver a pasar habiendo pasado ya unas 4 horas, estaba cerrado, supuse que algo habrían pescado adentro esos canas forros que en lugar de mostrarse agradecidos por todo el trabajo extra que les damos los que buscamos pija en los baños, se ponen en en forros y lo cierran creyendo que con eso se termina.
Al llegar al anden de la linea E, vi que todos los asientos estaban ocupados y como había caminado toda la tarde necesitaba sentarme, lo que hice al retroceder un poco, en los escalones del corredor de conexión de lineas H y E, o como lo llamo codo de unión. No pasan de 2 minutos de que me siento en el escalón cuando un chico de de unos 24 años máximo se dirije como quien diría siguiendo el camino hacia la linea H.
Algo rubión supuse, tenía rastas, con barba de una semana maso, piel blanca y vestido como si fuera a una feria de artesanías. Al pasar al lado mío hizo de cuenta que le picaba la pija y se pasó la mano por encima del pantalón hecho que ahora, si, miré con detalle ya que existía la posibilidad de tratarse de un "yire". Dejé pasar unos segundos y miré detrás girando parte del cuerpo.
Estaba detenido en el ultimo escalón, luego de mirar hacia los restantes escalones se dió vuelta mirándome desde arriba, mostrándose con actitud. "No puedo creerlo", pensé y él tocándose la pija por encima del pantalón, ahora ya crecida. Sin medir consecuencias comencé a subir las escaleras con la mirada fija en sus dedos largos que acariciaban su pija oculta, con la idea fija en probar su sabor. Lo miré a los ojos cuando la seguridad de su actitud me avísó que él se mantendría alerta vigilando los dos pasillos por donde vendrían los pasajeros del subte.
Al olerla y pasarle la lengua sentí olor a pija y sabor a meo, lo normal de haberla usado durante el día para mear, con las trazas hormonales de haberse excitado en reiteradas ocaciones. La hice llegar hasta la garganta y una vez llegado el limite, estiré la lengua para lamerle las bolas. Me potenciaba el olor a hombre que tenía su entrepierna, no olía a perfumes finos ni tampoco mal, era ese olor normal de un hombre, que transpiró lo necesario durante horas previas, el olor espontaneo que me trasladaba a las primeras mamadas que di en mi adolescencia. Eso olor al que me había vuelto reactivo sexualmente y el que trato de rescatar al oler un calzoncillo de alguien que me calienta. El gemía y yo mamaba y lamía con movimientos repetitivos como escena repetida, tratando una sensación constante.
Hicimos un parate ya que venía gente y la verdad es que era seguro lo que hacíamos Al pasar y frenar el movimiento de gente, continuamos. Su pija estaba dormida esta vez, y tuve que despertarla en mi boca. Lo hice con ganas, buscando que ese sabor se perpetuara por esos minutos en mi boca. Su olor lo tenía en mi nariz y yo estaba al palo. Esa pija en cuestión de segundos era intragable, me esforzaba para hacerla llegar hasta la garganta y mayor era el esfuerzo al estirar la lengua para tocar con ella la piel de sus pelotas, pero al mirar su rostro desde mi sumisa posición y ver el placer que le hacía sentir, era mi descaga de endorfinas, mi paga a tanto riesgo, el motor que hacia funcionar una cascada de estímulos excitatorios que comenzaban en mi boca con el sabor de su pija.
Al poco tiempo me aclaró que estaba por acabar, con su voz susurrante ocultándome su real vocalización. Me preguntó si la quería en la boca y no le contesté, en lugar de eso me aferré con mayor fuerza a sus piernas. Cuando supuse que estaría por derramarse toda la leche en mi boca (podía oler su semen hormonalmente emanando de su piel, asemejándose al césped recién cortado) hice llegar su pija a lo profundo de mi garganta relajando al máximo todos los músculos de la garganta, acariciando el recorrido uretral con la lengua, la cual censaba la intensidad de las palpitaciones de la acabada, de esta forma me aseguraba de darle el mayor placer que él se merecía sentir de mí. Su semen se derramó en mi garganta y el reflujo llego a mi lengua y dientes haciéndome sentir su sabor y su olor mas fuerte e intenso. Espesa, abundante, tibia... Mientras salía adopté los movimientos de ternero mamón, acompañando cada chorro y procurando hacerle sentir los placeres de acabar en la boca de alguien. Sin decir nada, dejó que me tomara hasta la ultima gota de liquido el cual perfumaba toda mi boca y mi aliento. Me excitó terminar con la boca sabiendo y oliendo a pija y semen mezclado con meo en la boca.
El chico me resultó re fuerte, no sólo por su fenotipo masculino, supongo que el hecho de ser externamente no común, tal vez por que ese grupo de chicos rastafarios fuman faso, o ven la vida muy simple y fácil... Volví la semana siguiente y obvio que no se repitió. Lo malo de la primera vez es que es irrepetible, una sensación que sólo existe en mi mundo interno y trato de compartir con palabras que traten de ser explicar de la forma más adecuada las emociones, y sentimientos de la adrenalina de esos minutos.
Pero algo deben saber... No es el primer "rasta man" que peteo en teteras. Desde mis comienzos hasta ese día, llevo cinco pero estos primeros eran morochitos compartiendo el rasgo de ser pijones. Es acaso un distintivo de esta cepa de chicos, el decir tengo rastas, soy pijón?
La vida está llena de patrones a los que me aferro con el objeto de potenciar el sexo. Por ultimo, lejos de hacer apología al sexo a pelo, es un relato y deben tomarlo como tal, no es el objetivo de estas palabras ser el blanco de criticas sobre lo arriesgado del acto en sí y nuevamente aclaro no hacer apología del sexo bereback. Espero les haya gustado.
Enzo