Hoy me encuentro caminando por el río Támesis, acabo de visitar el Big Ben y ya son las 17 hs. Recorriendo las calles tan antiguas de es...
Estamos prácticamente solos. Yo lo miro cada tanto tímidamente, y al rato siento que él me mira. El juego dura una media hora. Ambos estamos mirando porno gay. A él se le nota una erección descomunal marcada en su pantalón chino. En un momento nos sonreímos. Ahora él parece terminar y se prepara para levantarse e irse. En la desesperación de no saber hablar nada de inglés, decido acariciarme el bulto y llamarlo con mi lasciva mirada. Se viene a mí como ave de rapiña. Me desabrocha el pantalón con la misma velocidad con que pierde su lengua en mi boca hambrienta de macho en una transa desbocada.
Baja a mi verga de 19x6 cm y casi logra hacerme acabar precozmente con semejante arte de chupar, le aparto la boca, y le doy órdenes gestuales de bajar su pantalón, a lo que él deja salir su tremendo vergón de 22x7 cm, blanco casi pálido de pubis rubio y un glande rojo pasión casi a reventar de éxtasis, donde me dejo llevar por mis pensamientos más bajos atragantándomelo. El sabor de su descomunal verga, casi para masticar y devorar, es tan sabroso que me da ganas de crear un nuevo chupetín arcor que permitiera perpetuar para siempre esta exquisitez!. De repente sentimos ruidos y al ver un grupo de adolescentes, nos acomodamos como dos buenos amigos. Al ver que no entiendo lo que me susurra al oído, abre el traductor google y escribe un largo mensaje, invitándome a ir a su residencia universitaria.
Subimos las escaleras y una vez en la barra de la cafetería, casi en la puerta de salida, me gesticula que lo espere y yo me quedo sentado en la barra siguiéndolo con la mirada hasta que entra al baño. Estando en la espera empiezo a sentirme demasiado observado por las personas de casi todas las mesas, no entiendo nada, hasta que veo una pantalla gigante donde se ve todo el local a través de sus cámaras de seguridad. Nos habían estado viendo transar y chuparnos las vergas deliberadamente!!! Muerto de la vergüenza y el miedo a ser encarcelado por dicha situación salgo huyendo hacia la vereda y camino unos 50 metros, cuando me detiene el pensamiento de que me estoy perdiendo la oportunidad de seguir disfrutando semejante delicia de verga.
Giro y vuelvo hacia el local cuando veo justo en la salida al rubio inglés mirando a un lado y otro buscándome. Le hago señas y viene hacia mí, sin entender lo que me dice con su cara sexy y aún excitado, lo sigo casi sin emitir palabras. Subimos al underground (subte) y nos sentamos uno al lado del otro acariciándonos sin tapujo con nuestras rodillas durante todo el trayecto, flechándonos con miradas cómplices y cachetes colorados de calentura. Una mujer en la fila de enfrente nos mira con cara de saber lo que estamos tramando…
Llegamos a su residencia estudiantil y al meternos en el ascensor hasta el 9º piso, nos entregamos a una transa descomunal, casi dándonos oxígeno el uno al otro, manoseándonos hasta donde nuestros brazos llegan. Entramos al departamento silenciosamente, ya que es compartido con otros compañeros y nos metemos directamente en su habitación, ya estamos desnudos en un 69 descontrolado, me pone a cuatro patas en el borde de su cama, escupe en su mano, entierra sus dedos en mi culo dilatado y ardiente, y me entierra en un solo empujón sus 22 cm de gorda pija inglesa, poniendo un ritmo de culiada casi pornográfica por su excelente condición física y movimientos, me besa la oreja con mucho placer, parece encantarle eso y me refriega su respiración y gemidos en primer plano auditivo, excitándome aún más, enganchándonos en un ritmo perfecto de movimientos, mientras veo la puerta abrirse unos centímetros y veo un moreno africano asomarse con sus ojos libidinosos.
Excitadísimo comienzo a succionar con mi culo la enorme verga inglesa, que entra y sale en un ritmo perfecto y coordinado, sintiendo en mi oreja los gemidos de placer, que no puede más y mordiéndome, salpicándome con su cabellera mojada toda mi nuca y en un gemido dividido en tres actos y cuatro embestidas finales, me entierra sus 22 cm a fondo descargando todo su arsenal de espermatozoides calientes en el fondo de mi culazo, abierto y entregado exclusivamente al placer, cayendo ambos sobre mi lluvia de leche, en el borde de la cama con nuestras cabezas casi en el suelo y nuestros cuerpos pegados y conectados extendidos sobre la cama. Podía sentir su verga que seguía escupiendo leche dentro de mi ano, creciendo y decreciendo, en cada escupida hasta dormirse por completo dentro de mí. El africano me mira y me muestra su mano con un charco de leche blanca brillante recién ordeñada de su falo de caballo, me guiña un ojo, y cierra la puerta…
David Fernandez