ESTACIÓN TREN, MADRID. Son las 22hs. de una noche de verano intensa, mi tren no parte hasta las 24:30 hs y he recorrido la ciudad en un...
Me quito la camisa, me lavo las axilas, me remojo la cabeza, me quito las bermudas, luego el slip, y tapándome con una toalla de playa me animo a lavarme con jabón las bolas y la cola. Me siento un indigente, pero tengo que hacerlo para no espantar a los pasajeros. Ahora estoy impecable. Guardo en mi mochila turquesa la ropa usada, y veo entrar tres hombres que no pasan los 30 años. Dos van a los mingitorios a mear y el otro detrás de mí entra a un box dejando la puerta abierta. Yo a través del espejo los veo a los tres.
Procedo a cepillarme los dientes, y el que estaba en el box sale con su pantalón sin abrochar, y frente al espejo, mirándose a sí mismo comienza a “acomodarse” el bulto en su bóxer muy lentamente, como buscando ser observado por mis indiscretos ojos. Al minuto vienen los otros dos jóvenes, uno se pone a acomodarse el peinado y el otro, a mi lado se lava las manos, quedo rodeado. Por un momento pienso que quieren robar mi tan amada mochila turquesa. Mis ojos no paran de ir de un macho a otro, como un molino de viento, dando vueltas desesperadamente y a la vez con discreción, para no ser delatado.
El que se acomodaba el bulto, termina con su tarea y se me acerca diciéndome: “Documentos por favor” a la misma vez que saca su placa de policía. Entrego mi documento y pasaporte, además de mi billete de tren, para demostrar que soy un viajero sin ninguna otra intención que recorrer Europa. “Tendrá que acompañarnos para chequear sus datos”. - Pero mi tren sale a las 24:30hs! respondo con miedo. –“No te asustes, llegarás a horario tío, somos profesionales”. Agarro mi mochila turquesa y me retiro custodiado por los 3 policías vestidos de civil.
La oficina, oscura, con apenas un tubo que ilumina el escritorio, una computadora y pocas sillas, es el lugar donde chequean mi identificación. Pero me hacen pasar a otro cuarto, me piden que me desnude, me agarre de una barra y me agache abriendo las piernas.
Dos de ellos me toman de una mano cada uno para que no me suelte del caño, y el tercero se sienta detrás de mí a escarbar algún indicio de tráfico de drogas. Sus dedos grandes, calientes y forrados en un guante de látex abren mis cachetes y me untan mi orificio anal con un gel dilatador. Siento un fuego ardiendo que pone mi verga al palo. Se rien y uno dice – “No te preocupes tío, es normal, les pasa a todos en este tipo de inspección tranquilo”. Estoy detenido, ultrajado y además siento placer de estar dominado por tres policías.
Pasados unos minutos el que revisa mi culo dice con voz gruesa y terminante: - Espósenlo!! Entro en pánico, pensando que me están inventando una causa por drogas. Esposado, con las piernas abiertas y temblando de miedo, ya con mi pija totalmente muerta por la situación tan injusta en la que estoy metido, siento de repente una lengua grande, salivosa y caliente chuparme el culo a la misma vez que noto como su respiración excitada y desesperada recorre mis nalgas. De repente, con mi cabeza hacia abajo y mis manos esposadas al caño, me sorprenden dos enormes penes duros y con líquido preseminal brotando de sus cabezas dispuestos a ser chupados a la misma vez…
Sin poder negarme comienzo alternando con uno y con otro, mientras ambos se besan y franelean a 4 manos y el de atrás disfruta de mi culazo. Me meten los dos penes a la vez en mi boca, pasando mi lengua como puedo para complacer a ambos. El de atrás deja mi culo y grita: - Ya está a punto compis!! Pueden follarlo!!
Y ahí comienza mi calvario de ser cojido una y otra vez sin piedad, mientras el que me había estado chupando el culo me obliga a devolver el trabajo realizado por él anteriormente metiéndome sus 22 cm en mi boca . Por detrás se sienta uno de ellos en el banco inclinándose por debajo de mí chupando mis pezones mientras mete su verga de 18 cm en mi culo y el otro parado me mete la suya de 17 cm por detrás de mí, en una doble penetración que jamás sentí y disfruté en mi vida!
Las embestidas en mi culo son tan fuertes y a ritmo coordinado que provocan que trague cada vez más a fondo los 22 cm que tengo metidos en mi boca, provocando en él increíbles gemidos de placer animal, hasta que en un grito de gorila me viola la garganta con una cascada de néctar blanco, espeso y caliente del cual no dejó caer ni una gota fuera, todo me lo trago directo por mi esófago, casi sin poder respirar. Por detrás de mí semejante gemido provoca que ambos, con diferencia de 30 segundos, me llenen de leche mi culo reventado por sus dos pijas clavadas hasta el fondo de mi intestino latiendo de ardor totalmente mojado y chorreando leche hirviendo por mis piernas temblorosas que no entienden como estos tres hombres me hicieron acabar charcos de semen en el suelo sin siquiera pajearme o tocarme la pija.
Luego de esto, me quitan las esposas, me llevan a la ducha y me bañan, dejándome totalmente pulcro, relajado y con una sonrisa listo para tomar mi tren a París con mi amada mochila turquesa (de la cual ya les hablaré). Al despedirme me dicen: “Tío, antes estuvimos vigilando que nadie entre al baño público mientras realizabas tu incómoda higiene y por eso has terminado aquí”.-
David Fernández (Agregame a facebook)