La pija que me comí.

Les comento que esto fue en una cabina de la calle Marcelo T de Alvear en la galería que tiene salida por la calle Talcahuano,  fui al medio...

Les comento que esto fue en una cabina de la calle Marcelo T de Alvear en la galería que tiene salida por la calle Talcahuano,  fui al mediodia y habia un chavon con expedientes (crei que estba en una inspeccion ultimamente esa galeria tiene varios locales clausurados por AFIP) el flaco me miro y le respondi la mirada, me dirigi a las pelis gay, el miraba pelis hetero. 

Bueno le dieron la sala 5 la ultima y grande, estaba ocupada la 1 y a mi me dieron la 3 muy chiquita pero en el medio. Cuando se fue pregunto: ¿sala 5? Para que yo escuchara, le dijo el nuevo dueño que si.

Yo llegue al minuto, estaba con la puerta abierta, nos miramos y le hice señas que me espere, coloque la peli en mi cabina subi el volumen y fui a verlo.

Se baja los pantalones y seve una pija dormida, yo lo deje sobarsela mientras miraba, era increible grande, yo me baje los pantalones y el me masajeaba el culo, despues me dijo chupamela, ni me negue, pero no me entraba en la boca, que delicia el me presionaba para metermela hasta atragantarme, increible y ya tenia su dedo en el culo, me dijo tengo forros cojemos?

No se, le dije, yo estaba de saco, me dijo dejame ponertela un poquito dale? bueno pero despacio, se puso un forro (venia prevenido el hombre) me saque el saco, me quede con la camisa me pidio que me abra el orto y me empezo a meter saliva con la lengua y el dedo al rato me puso su cabeza increible me la empezo a meter y yo no podia quejarme, pero no me entraba, me la saco y la volvio a meter esta vez hasta la mitad.

Ahí empezo a meter y sacar despacio pero me la enterraba con fuerza me dice te la estas comiendo toda, la volvio a sacar y me puso mas saliva esta vez entro toda ahi si que no daba mas, estuvimos 15 minutos hasta que la saco y empezo a acabar. el chavon deliraba. y yo veia su verga como tiraba la leche despues se la chupe un poco y me fui a mi cabina me agradecio porque estaba recaliente.

Martín Sarapico