"Los homosexuales somos como estos peces. Uno les da de comer y se ponen como locos. Cuando ya no hay más comida desaparecen. ...
"Los homosexuales somos como estos peces. Uno les da de comer y se ponen como locos. Cuando ya no hay más comida desaparecen. |
Las minorÃas sexuales padecen la necesidad de sobre-exigirse ante la condicionalidad social que las caracteriza. Cuántas veces hemos oÃdo decir que los gays son los más serviciales y terminan ocupando cargos de atención al cliente, logrando resultados satisfactorios para estas funciones. Es tan increÃble como saber que pueden repetir todo un sistema de frases con la mayor prolijidad posible una y otra vez. Suponiendo que estos sean aspectos generales del maricón-medio, consideremos otra arista de la instantaneidad repetitiva.
Si bien esta cuestión está más orientada hacia el cÃrculo vicioso de la homosexualidad, otros también podrán ver claramente lo que se plantea aquÃ. ¿Cuántas veces han vuelto a nuestras vidas personajes que parecieran tener la memoria de una carpa? ¿Con cuántos individuos nos hemos topado en el chat, o en el boliche y se nos han acercado como si el eterno retorno nietzscheano nos jugase una paródica broma?
Tiendo a creer que no soy un punto muerto por poseer un sentido de la historia dentro de un complejo de relaciones que ya han perdido cualquier contacto con el concepto del tiempo, al más crudo estilo de "1984" (novela de George Orwell).
Estoy más que convencido de que algunos de ustedes han tenido que toparse con gente y hacer que nada ocurrió. Pero yo no puedo evitarlo, tengo que ir hacia lo más drástico para segmentar cualquier posibilidad de algo que considero sumamente ridÃculo.
Cuando alguien tiene esta particularidad de insistir una y otra vez sobre determinadas experiencias, le recuerdo todas las situaciones anteriores por las que ha tenido que pasar en su intento por acercárseme, de manera que pueda causar en él pánico y humillación. Aprendà tan grata cualidad una vez en una discoteca muy famosa de la Capital Federal cuando le dije a un muchacho que lo recordaba de una situación que él no querÃa rememorar y en la cual yo era un mero observador, prácticamente invisible de todo ese cuadro patetiquÃsimo. No cabe aclarar que, luego de mi encantandor relato retrospectivo, este personaje huyó con cara de espanto. Por supuesto que posterioremente nos hemos visto en viarias oportunidades en el mismo lugar, pero ha preferido no saludarme y olvidar para querer seguir comiendo.
Fuente: blog Perdà mi dignidad (2007-2008)