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Entre los mas conocidos y con historia que responden a los movimientos del puterio nacional se encuentran el Gran Hotel Castelar en Av. d...

Entre los mas conocidos y con historia que responden a los movimientos del puterio nacional
se encuentran el Gran Hotel Castelar en Av. de Mayo al 1100 que ha albergado a putos famosos como
Miguel de Molina y hasta el mismisimo Federico García Lorca que hacían de las suyas en los baños turcos.
Monzón, Bonavena, Fangio, Rivero o diferentes personas del quehacer nacional han pasado por el Castelar.
A tomar simplemente un baño o por algo más....


Estos populares baños ofrecían cuartos de vapor y saunas, lockers y cubículos privados previa reservación, sin embargo existían otros con piscinas, gimnasios, masajes, cafeterías, salas de televisión y solarium. Durante la década de los 80 muchos de estas casas contaban con cuartos oscuros que denominaban "cuartos de orgías".


Colmegna en Sarmiento 839, también podés hacer de las tuyas, siempre con cautela y recelo.
Estos saunas, spa no son exclusivos para la gente gay, pero si alguno se escabulle por la puerta
siempre habrá algún turista o ejecutivo listo para que lo atiendan. Es un lugar caro, por eso no se indica
para todos los bolsillos. La gente que podes ver tiene algunos años, y la billetera cargada.

Al menos existe la referencia histórica de que en la época de los romanos, los baños públicos eran un territorio para encuentros sexuales. Algunos documentos y pornografía de ficción, indican que algunos de los baños turcos que se hicieron populares en la Europa del siglo XIX eran conocidos como lugares donde hombres - y de acuerdo a algunos reportes, mujeres - mantenían relaciones sexuales.

Estos baños se popularizaron en los Estados Unidos después de la apertura en Nueva York del People´s Bath (Baño de la Gente) en 1891. Para el 21 de febrero de 1903, el Ariston en Manhattan, había alcanzado tanta notoriedad que fue allanado por la policía. Tiempo después, Charles Demuth, comenzó a plasmar el ambiente homoerótico de los baños de Nueva York en obras pictóricas como Turkish Bath - Baño Turco.

A medida que los hogares iban adquiriendo sus propios baños privados, la mayoría de las casas de baño de América comenzaron a desaparecer en la Segunda Guerra Mundial. Las pocas que quedaron eran manejadas por homosexuales y abrían generalmente en horas nocturnas. Los allanamientos eran menos frecuentes pero seguían siendo un riesgo.

Después de los sucesos de Stonewall, aparecieron en cada una de las grandes ciudades de Estados Unidos y Canadá, nuevas y exclusivas casas de baño, algunas hasta con diez.

Uno de los más interesantes acontecimientos de la escena de estos baños durante los años 70 lo protagonizó Rita Mae Brown, activista feminista, quien se disfrazó de hombre para invadir uno de los saunas más importantes de Nueva York. Un bigote, ropa interior rellena y la muy usada bata de baño le permitieron conocer más de este mundo sin que nadie se percatara de que era una mujer.



Brown quedó impresionada por la velocidad en la que los hombres gay tomaban sus decisiones sexuales, sin inclusive cruzar palabras previas; no podía dejar de impresionarse del efecto de ser juzgado sólo por los atributos físicos, dejando atrás status, inteligencia y otros elementos. Su experiencia le permitió especular que si existiese un sauna para mujeres, sería menos competitiva que los saunas gay, "habría más conversación, y podríamos tocarnos sin necesidad de llegar a sexo, solo tocarnos".

Existieron algunos intentos de abrir baños para mujeres en Nueva York y San Francisco, sin embargo no atrajeron la suficiente cantidad de lesbianas como para mantenerlos y cerraron.