Chacarita primer y segundo baño. Son tres. Motivado por las cosas que cuentan en el blog y que para que negarlo, me hacen la cabeza m...
Chacarita primer y segundo baño. Son tres.
Motivado por las cosas que cuentan en el blog y que para que negarlo, me hacen la cabeza muchas veces, y en otras muchas pajas, me encaminé ayer por la tarde al Cementerio de la Chacarita.
Tenía en la cabeza una historia que había leído acá escrita por The Swan que te bajoneaba un poco, pero la forma en que estaba redactada daba risa. Pensaba que me podía pasar lo mismo y también me repetía que tal vez las motivaciones del autor fueran muy diferentes a las mías.
En lo personal tengo la convicción de que cuando a uno se la nota la desesperación de la verga en la cara, los activos se hacen los GUACHOS –PIJA- y te la hacen desear e incluso muchas veces no te dan ni un centímetro de su poronga.
Así las cosas y pensando en esto ya estaba atravesando los arcos de la necrópolis, fundada en 1871 cuando la fiebre amarilla azotaba Buenos Aires. Ahora yo trataba de que la fiebre que tenia en mis nalgas no se notara. Ayer no sé porqué estaba particularmente caliente.
-que la chupen-
Cruzando el arco principal de la entrada hay un baño a la derecha, me encaminé hacía él viendo y admirando toda la zona de bóvedas que amén de tener gente muerta dentro son esmeradas en sus construcciones, verdaderas obras de arte. Tenía por delante seis hectáreas para investigar. ¡Me sentía un antropólogo de la pija!
PRIMER BAÑO: Tomo fotos del lugar, tal vez sería la escena del crimen, pero no, todo tranqui, ya me había dedicado a las fotos cuando de improviso entra un flaquito muy arregladito y me dice: ¡Uh! Fotos no.
Titubeando y haciendo ojitos –esa me sale muy bien- le pido sacarle una de su chota meando y accede; ¡Preguntándome para que diario era! –Clarín- (fue lo primero que se me ocurrió). Se ve que kirchnerista no era porque se quedó meando tranquilo y mostrando.
La pija no era gran cosa. Pero se veía recta y larga (algo que amo es la rectitud).
Nos quedamos haciendo que meábamos. No sabía que hacer con la cámara, la guardé en mi morral.
El pibe relojeaba, ya se había abierto el pantalón y me muestra que lo que tenía en sus manos había crecido. Me hinco y como estamos en pascua, empecé a chuparle los huevos, seguí con el tronco y ya tenía en mi boca su glande, su cabeza con olor y sabor a pija.
Me la metí entera y lo empecé a petear, su gusto salado había inundado toda mi boca y yo iba dejando toda mi experiencia en el tema, ahí en esa verga.
De improviso –cuando todo estaba llegando al clímax - enfundó su chota y se fue como si hubiera visto un fantasma, -sin acabar y con la pija al palo- quedé solo arrodillado en el medio del baño, pensando si no me habría peteado un espectro.
¡Pero el sabor a pija en mi boca era inconfundible!
De improviso –cuando todo estaba llegando al clímax - enfundó su chota y se fue como si hubiera visto un fantasma, -sin acabar y con la pija al palo- quedé solo arrodillado en el medio del baño, pensando si no me habría peteado un espectro.
¡Pero el sabor a pija en mi boca era inconfundible!
Salgo del lugar con el ánimo de una viuda que va por esas mismas callecitas sin saber como es que pasaron las cosas tan súbitamente y por qué. La tarde estaba soleada, la paz del lugar es increíble –si uno piensa que está en el medio de la Capital Federal- ya estaba en mi segunda parada.
SEGUNDO BAÑO: Cercano a la capilla, se encuentra a la izquierda de la misma. Está perfectamente reconocible y ¡VACIO!
Me sentía Demi Moore en Ghost (que está caliente todo el tiempo, que lo presiente, que gime, que lo huele, que suda, pero que no lo ve). De un reservado sale un flaco con barbita candado, pelirrojo, onda nada que ver, con una caja de herramientas, que parecía pesada, abandona el baño dejándome otra vez sumido en la más absoluta de las soledades como todos los muertos ahí, acompañados tal vez por alguna flor.
Otra vez el arcaico ritual de hincarme como en la iglesia y meterme esa poronga brillante envuelta en fluidos que olía a cigarros y perfume hasta el fondo, ensayando una traba que dejó mi garganta a su disposición, -me miraba- y con los labios me hacia la seña de que aguante y no haga ruido – me sentía como algún volcán de la región de Java que estaba por explotar y al que penetraban por algún lado para descomprimirlo- no tener arcadas y nauseas era imposible, lo que aumentaba la calentura de mi contrincante – que me decía: “¡Muy bien! ¡Muy bien! Toda, toda adentro”.
Comenzó a escurrir su semen por mi garganta, mirándome fijamente, como si esa substancia blanca, dulce y cremosa fuera a calmarme, rápido todo estaba en mis fauces y cuando quise sacármela de la boca, me pidió que la dejara morir adentro.
Su chota empezó a reducirse, flácida, cada tanto tenía algún latido expulsando leche.
Así fue que cumplí su último deseo. Mis boxer estaban húmedos, yo también había acabado sin que fuera menester tocarme…
Calmado en parte me fui hasta la galería 16 (en la zona de nichos) para visitar la tumba de mi abuelo, -un momento para la reflexión- ya que era la primera vez que me paraba delante de su sepultura húmedo de semen en mi entrepierna. A la distancia el mismo flaco del baño le pasaba lustra métales a unas placas, mientras yo hablaba en silencio con mi nono, notaba que se iba acercando, limpió el nombre de mi abuelo con el mismo trapo con el que venía trabajando y me miraba esperando que le diera calce.
Cuando por fin empecé a caminar para uno de los extremos de la galería, me preguntó: ¿Vos… acabaste? –titubeo. Le contesté que sí, y me señalo otro baño ahí en el subsuelo, mientras se tocaba la pija, no pude resistirme y esta vez nos fundimos en un beso con lenguas entrelazadas que parecía no tener fin. Bajó mi cierre y luego el pantalón se puso mi pija en su boca, inspeccionó si mis dichos eran reales y me la mamó interminablemente limpiándome la verga.
Sus manos hurgueteaban en mi ano y sus dedos me estaban penetrando. De ahí a ver saltar mi leche en su cara fue un solo segundo. Con mi guasca me lubricó el orto y me sentó sobre él en una vieja silla destartalada, se escuchaban volar palomas dentro de la vieja galería.
Los rayos del sol oblicuos se escurrían sobre algunas lapidas y yo cabalgaba y cabalgaba como cuando mi abuelo jugaba conmigo, en seguida mis pensamientos se esfumaron y tuve la certeza de que no era mi abuelo con el que retozaba ahora, -es que su pija estaba quemándome en las entrañas con los chorros de leche caliente- que le saltaban.
En silencio, siempre en silencio, con respeto por quienes nos precedieron en el camino de la vida, me llevo la cabeza hacia atrás y terminó todo con un largo beso.
Su verga otra vez moría adentro.
Los dos solos en la ruina de ese baño que ni canillas tenia, que tal vez en 1940 fue moderno. Entre tantos muertos le habíamos llevado una bocanada de vida a la aridez y la soledad de las tumbas.
Nunca llegué al tercer baño, será para la próxima.
ALGUNAS COSAS PARA TENER EN CUENTA EN TU "EXPERIENCIA CHACARITA":
- Siempre lo conveniente es ir por la tarde, en la mañana es cuando más movimiento hay.
- Ir despacio sin llamar mucho la atención
- Trazarse el siguiente recorrido: una linea recta que va de la entrada hasta el crematorio, son tres baños.
- Recuerden que las galerías también tienen baños, están destruidos pero se puede bombear igual.
- Si vas cerca de la hora de cierre (las 18.00 hs) es posible que estés más tranquilo ya que si bien se cierra la entrada para el público por el costado queda abierta otra puerta para la gente que sale después de las 18 y hasta la 20 hs. (Dichos del maestranza con el que trancé en el baño y la galería)
- Los baños por los que anduve están bastante más limpios que los de las estaciones de tren y subte.
- El empleado con el que curtí me dijo que sabe de varios de sus compañeros que se van al baño y tardan más de lo previsto, su frase exacta fue: "todos sabemos que acá se garcha (con hombres y mujeres) la regla general es cuidarnos, pero de eso no hablamos"
- Las galerías más vacías para hacer algo son la 21 y 22 (mi anónimo amigo me dijo que en esas galerías hay sepultadas personas de la década del 40, son nichos a perpetuidad que no son visitados). Como casi no reciben visitas ponen al personal más nuevo a cubrir esa zona, estamos hablando de gente de 20 a 30 años. Los vejetes están en las galerías que tienen mucha visita (es por el tema de las propinas).
Anibal Sanz
Daniel Baños
Daniel Baños