Tengo las dos manos ocupadas, en una el speed, en la otra el vodka, y estoy caminando por Contramano, dando vueltas. Lo veo parado abajo de ...
En realidad no tiene panza, es cazador y hay en él cierto estado de alerta, especialmente en los ojos y las orejas. Le gustan tipos bien grandotes, osos panzones, mayores que él (creo que tiene 28), no importa tanto si son peludos.
- Estás más flaco – digo.
Él se levanta el buzo y me muestra la panza. No tiene panza.
- Hace como dos meses que no hago nada – dice -. Tengo que empezar.
Me cuenta que va a natación, que él no es de gimnasio. Ahora estoy gordo, insiste.
- Hace mucho que no te veo – digo -, ¿estás saliendo a algún lado?
- No, voy al cine – dice.
- ¿Dónde? – le pregunto.
- Acá a la vuelta, al Edén.
- ¿Y qué tal es?
- Muy bueno – dice.
Yo le digo que no me gustan los lugares oscuros, donde no se ve con quién estás transando o cogiendo.
- No, este está bueno, vos llegás y hay un lugar asà donde se ve todo. Podés tomar cerveza – dice -. Y hay muchos tipos casados. Y mucha gente durmiendo. Yo voy los viernes, por ejemplo, ahora antes de venir acá pasé por ahÃ. Hay tipos que trabajan y viven lejos y van a dormir ahÃ. A algunos les chupás la pija y se duermen. Otros se despiertan. La otra vez habÃa uno durmiendo. TenÃa la bragueta abierta y yo fui y lo empecé a tocar y a chupársela. Y se despertó. Le dije disculpame y me dijo, no, vos seguà y se despertó. A algunos me los llevo a mi casa. Está bueno. Pero después no pasa de ahÃ.
Yo le digo que tendrÃamos que terminar con esa idiotez de pensar que si a alguien lo conocés en un cine porno no puede convertirse en otra cosa.
- SÃ, mis amigos se enojan cuando les digo que voy al cine porno – dice -, pero la verdad que yo ya no conozco a gente en los Osos ni en ningún otro lado.
Le pregunto dónde hace natación.
- En un gimnasio a media cuadra de mi casa – dice -. Lo único que me faltarÃa serÃa un mp3 que funcione abajo del agua, asà estarÃa completo, escuchando música en el agua, solo. A mà me sirve en todo sentido.
- Claro, es aeróbico, trabaja la simetrÃa del cuerpo y es muy amable con las articulaciones – digo.
- Sà – dice él -, yo incluso salgo enojado del trabajo y me descargo ahÃ, y cuando salgo estoy todo más derecho, más fuerte, mejor. Incluso me doy cuenta cuando al otro dÃa estoy caminando por Florida. La gente se me viene encima y yo los esquivo, nado mejor contra ellos, contra la corriente.
Voy a buscar otra bebida y lo pierdo de vista. Dos horas después estoy sentado en la barra y lo veo zigzaguear entre la gente para venir a despedirse.
- Me voy al cine de nuevo – dice.
Lo saludo con un beso. El me apoya suavemente la mano en la panza y se va.
Cristian Rodriguez